De Siria a La Pampa: un mes de vida en paz

A simple vista parecía un paquete como cualquier otro, pero escondía el gesto solidario de siete jóvenes judíos. Cuando lo abrió, la fotógrafa siria Haneen Nasser, establecida desde hace un mes en el pueblo pampeano de Parera, encontró lo que necesitaba para desarrollarse profesionalmente en el país: una cámara de fotos.

Al comienzo conmovió su imagen singular, quizá por la belleza exótica que exhibía el rostro sereno en medio de una guerra atroz, que desde 2011 expulsó a cuatro millones de sirios. Más tarde se supo que era una traductora de 24 años que había huido de Latakia, una ciudad "blindada" cual fortaleza por sendas bases navales y aéreas rusas, que desde allí respaldan al régimen de Bashar al-Assad.

Pero el de Haneen es apenas un caso entre otras 900 historias anónimas : las de otros ciudadanos sirios que, de forma silenciosa, también se radicaron en el país desde 2014, cuando el gobierno de Cristina Kirchner estableció por decreto el Plan Siria, de ayuda humanitaria.

Bajo esa figura, distinta del estatus internacional de "refugiado", se ampara sólo territorialmente al "desplazado" por dos años, y las oportunidades de recibir ayuda dependerán de la generosidad de una familia llamante, como la que tuvo Haneen a través de su amiga la docente pampeana Belén Nazer.

Mientras el Gobierno busca extender a las provincias ese plan para que antes de fin de año puedan ingresar 300 sirios de un total de 3000, tal como informó ayer LA NACION, el derrotero de Haneen habla de empatía, solidaridad y suerte.

Hace 15 días, en la Liga Árabe-Siria de Santa Rosa ella recibió un paquete misterioso, enviado por siete jóvenes. Al abrirlo palpó una cámara fotográfica similar a la que debió vender para solventar sus viajes al Líbano y completar su visado.

Junto con la Canon Sx530 había una bendición para su nuevo hogar en hebreo y una carta manuscrita firmada por Alejandro, Cora, Gabriel, Hugo, Marcos, Nurit y Uriel. El grupo se presentaba como nietos y tataranietos de expatriados cuyos antepasados habían "buscado refugio en este país generoso".

Haneen, que es alauita, la rama más moderada del islam, ensayó una exhalación profunda y agradeció conmovida. Desde su llegada, era la segunda cámara que recibía. La primera se la había obsequiado otra porteña, Dolores Uriburu, que manejó 600 kilómetros hasta Parera para conocerla en persona. Ése y otros gestos de ayuda le habían revelado la solidaridad de los argentinos, una comunidad efusiva como la siria que...

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