Simeone y Martino, Atlético y Barcelona, un duelo voraz e intenso

MADRID.- Era el abrazo de dos boxeadores. Diego Simeone y Gerardo Martino se saludaron anoche al pie del Vicente Calderón como dos tipos que sabían lo que vendría: un duelo del fútbol voraz que, cada uno a su estilo, inyectan en sus equipos.Local al fin, Simeone hizo prevalecer su ley en el primer partido de la Supercopa de España entre Atlético de Madrid y Barcelona; un partido áspero, táctico en extremo, del que tal vez nadie pueda extraer un clip para promocionar la belleza de este deporte. Pero no pudo celebrar.Los de Martino pudieron rescatar un 1 a 1 que se intuía inalcanzable después de un primer tiempo de calvario, en el que fueron incapaces de crear una situación de gol y en el que encima perdieron a Lionel Messi, sustituido por una lesión. Otra vez. A falta de Messi, el salvador fue Neymar...Simeone firmaba llegar vivo a la revancha de la semana próxima en el Camp Nou, pero se fue amargado de tan cerca que vio el éxito. De entrada se encontró con el partido que había diseñado. Sus jugadores conocen de memoria el manual para jugar finales contra rivales de cartel rutilante: con disciplina, intensidad y efectividad ahogaron a un Barcelona impedido de encender la chispa del juego con el que en sus días buenos suele arrollar a quien tenga enfrente. "Fue tal vez el mejor primer tiempo que hemos jugado en finales", diría, ya en la trasnoche madrileña un Simeone nostálgico de lo que pudo ser.En el barro, el Barça sufrió lo que tantas veces cuando un rival es capaz de mantener semejante nivel de presión sin rendirse. Se extravió en la ansiedad, lento, condenado a repetir pases mansos delante de las líneas defensivas. Estuvo incómodo de principio a fin, atrapado en los nudos que dispuso Simeone. Hay un síntoma que deja a la luz esa impotencia: cuando Piqué lanza pelotazos desde el fondo es que algo no funciona.Martino lo sufrió. "Nos hace falta más movilidad, hacer desmarques más profundos, tenemos que corregir muchas cosas de cara al futuro", admitió antes de volver a Cataluña.Este Atlético no deslumbra, pero se despliega en la cancha con una ferocidad que asusta. Es un equipo rocoso. Lo que le falta en estrellas lo suple con solidaridad: sus jugadores tienen un máster en relevos. En defensa pueden formar tantas líneas de cuatro que de a ratos la suma da más de 11. Hasta el último delantero sale a morder los tobillos rivales, pero el que recibe la pelota suele pasársela siempre a uno de los propios. La usan como si les cobraran por minuto.Así llegó el...

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