El silencioso: un país a ciegas por la falta de estadísticas

El 27 de abril del año pasado, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, presentó en el Congreso el primer informe de gestión. Su exposición de siete horas incluyó una radiografía de la situación socioeconómica, con abundancia de números. Fue un momento de relieve histórico, también por un secreto que en ese momento se guardó bajo siete llaves: muchos de los datos brindados por Peña no provenían del Gobierno, sino del sector privado. Después de una década de apagón estadístico, la Casa Rosada había tenido que salir a mendigar cifras a ONG, consultoras, universidades. El Estado no estaba en condiciones de informar sobre el país.

Pero los expertos coinciden en que la falta de mediciones en cantidad y calidad no se explica sólo por la colonización del Indec perpetrada por Guillermo Moreno. Al compás de recurrentes crisis políticas y económicas, la capacidad de reunir y procesar información se ha venido deteriorando en las últimas décadas y abarca los tres niveles de la administración: Nación, provincias y municipios.

Acaso nada muestre mejor hasta qué punto llegó ese déficit que el hecho de que ni siquiera hay certeza sobre la validez del dato más importante: que la Argentina tiene 44 millones de habitantes. “Es una proyección hecha sobre el censo de 2010, sospechado de irregularidades y que tiene cifras inventadas”, dice un alto funcionario del Gobierno, afirmación compartida por muchos especialistas.

A este vacío estadístico, particularmente grave en la era de mayor desarrollo tecnológico e informático de la historia, se lo podría llamar el default silencioso: una lacerante deuda del país consigo mismo, que corroe su organización y posibilidades de desarrollo. En cualquier ámbito o sector que se ausculte, desde la economía y la salud hasta la educación y la inseguridad, la falta de información alcanza proporciones asombrosas.

En la serie de artículos que viene publicando este diario sobre temas de fondo del país, la principal dificultad es siempre encontrar cifras, y que además sean confiables. Averiguar cuál es el índice de pobreza en Formosa, qué porcentaje de calles asfaltadas tiene La Matanza, cuánta droga ingresa por la frontera norte del país o el número de desarmaderos de autos en la provincia de Buenos Aires puede llevar semanas o meses y convertirse en una auténtica búsqueda del tesoro, con final incierto.

En una nota sobre La Matanza, el partido más grande y poblado del conurbano, LA NACION pidió al gobierno de María Eugenia Vidal información sobre cloacas, agua corriente y tendido eléctrico, entre otros indicadores sociales. Las cifras de la intendencia eran inverosímiles. Las autoridades del área pidieron unos días para reunir los datos. Después pidieron más tiempo, y al cabo de un mes...

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