Signo de los tiempos. Mejor que ver para creer es sentir para saber

Cristina Fernández de Kirchner y el fiscal Diego Luciani

No es la primera vez que tenemos noticias de la corrupción del poder. La Argentina lleva años viendo gente contando dinero en cantidades injustificables, colando valijas millonarias en vuelos oficiales. Vimos rutas sin asfalto, trenes sin frenos, hospitales sin camas. Sin embargo, no llegamos entonces al consenso de que se trataba de delitos contra toda la sociedad.

Más de una década después de las primeras denuncias por irregularidades en la obra pública , en 2022 se abrieron los alegatos del primer expediente que involucra a Cristina Fernández . Y con ellos se despierta una atención a la presentación por YouTube de las evidencias de esas noticias que fueron negadas reiteradamente por sus protagonistas y desmentidas por los cómplices de siempre.

OCULTAMIENTOS

El canal del Poder Judicial tiene 36 mil suscriptos de los cuales más de 21 mil los ganó el 1° de agosto, al inicio de la transmisión del juicio a la vicepresidente. Las sesiones de más de ocho horas superan las cien mil vistas, diez veces más que cualquier otro proceso del mismo canal. Los alegatos del ministerio público se extractan en medios de prensa con impacto equivalente. Allí, el fiscal Diego Luciani se preguntó "¿Cómo pudieron pasar inadvertidos semejantes actos de corrupción?". Y no fue solo gracias a una trama de ocultamientos y complicidades que despliegan los acusadores: también depende de la vocación del pueblo de querer saber de qué se trata.

Saber es una tarea indelegable y voluntaria. Hubo noticias subestimadas, testigos desatendidos, denunciantes ignorados. Ni siquiera las imágenes de un exfuncionario arrojando bolsos con armas y dinero hacia un convento, ni el testimonio de los policías que hicieron el inventario del botín convenció a la parte de la sociedad que elegía no saber.

Saber es una tarea indelegable y voluntaria. Hubo noticias subestimadas, testigos desatendidos, denunciantes ignorados. Ni siquiera las imágenes de un exfuncionario arrojando bolsos con armas y dinero hacia un convento, ni el testimonio de los policías que hicieron el inventario del botín convenció a la parte de la sociedad que elegía no saber.

De hecho, para creer no hace falta ver. Hay quienes creen en dioses, duendes, hadas, Mercurio retrógrado y otros prodigios invisibles. La fe es ciega porque no necesita evidencias. Aunque se muestren cajas fuertes, propiedades, contratos de licitación amañados, hay gente que insiste en creer en...

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