A un siglo de una tragedia gitana

El próximo lunes, 1º de abril, la música española rememorará el primer centenario de La v ida breve de Manuel de Falla. Fue Francia, sin embargo, más exactamente Niza, la bella y activa ciudad del Mediterráneo, la que bendijo el nacimiento de la obra. Falla traía parte de ella de su estada en París, donde Paul Dukas y Claude Debussy seguían de cerca los pasos del músico gaditano.Lo curioso es que ya desde una temprana versión de esta partitura, Falla aborda por vez primera la pintura de una comarca que aún no conocía, cosa que le preocupaba mucho aunque no se atrevía a confesarlo a sus interlocutores franceses. Sin embargo, algo muy profundo le decía que alguna vez Andalucía, su historia y su folklore, quedaría profundamente ligada a su vida.Es que tanto el sentimiento exacto del paisaje, como sus habitantes, envuelven la acción. El barrio granadino Albaicín, con sus oficios pintorescos, con sus personajes rústicos y de gran rudeza que cantan su triste vida, pero también con las alegres vendedoras de flores y de frutas, que pasan cantando sus productos, le atraían al compositor con verdadero delirio. Emociona el cuadro final del primer acto, en que Granada se transforma coloreada por las luces crepusculares desde el Sacromonte. Los personajes representan cada uno una tipología especial, difícil de imaginar en otro medio: Salud es la muchacha andaluza de contornos trágicos, enamorada con una pasión que la lleva a la muerte. En el otro extremo está el señorito Paco, egoísta, vividor, indiferente a la tragedia que provocaba su vanidad. El tío Sarvaor, es el viejo tío gitano, dispuesto a usar la navaja contra la maldad y el egoísmo. Y por último la abuela fatalista, desesperada, que presiente el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR