Ella siempre tuvo un plan

Que haya empezado a reunirse con empresarios, como trascendió esta semana, es una novedad que puede haber provocado sorpresa en el establishment económico. No tanto el lugar elegido para la comida en cuestión, la casa del banquero Jorge Brito, nexo habitual entre las dos caras del poder, la pública y la privada, o los nombres de los invitados: Marcos Bulgheroni, Marcelo Mindlin, Hugo Dragonetti, Miguel Acevedo y Jorge Brito hijo. El encuentro, que se hizo hace dos lunes en San Isidro, que incluyó empanadas y asado y del que participaron también Sergio Massa y Andrés Larroque, no será seguramente el último. En el Instituto Patria, donde se trabaja las 24 horas para las próximas elecciones, toman estos contactos como parte natural de un proceso que no termina en 2023 y que, como tal, no podría jamás prescindir de la convivencia con los dueños del capital.La conversación fue amable y por momentos algo distante. "Muchos empresarios no conocían a Máximo", contó uno de los presentes, que los recordó a él y a Massa como los más locuaces. El diputado abordó varios temas. Se detuvo bastante en el Covid y en la renegociación de la deuda -para la que auguró un buen desenlace-, y casi nada en el caso Vicentin, que eludió con una broma: "Veremos quién es el próximo expropiado".La agenda kirchnerista no siempre coincide con la de Alberto Fernández. La militancia suele señalar al Presidente como "el instrumento" del regreso a la Casa Rosada: de hecho, en el asado casi no se lo nombró. "Con Cristina no alcanza, sin Cristina no se puede", era el año pasado el lema de campaña. Cada tanto, quienes se atrevieron en algún momento a soñar con la emancipación del jefe del Estado tropiezan con gestos o palabras que les recuerdan cómo fue el origen de las cosas. "La que conduce es Cristina", provoca siempre que puede Sergio Berni, que ha aceptado con gusto el rol de mensajero. En diciembre, cuando empezó a repetirlo, en una entrevista con Luis Novaresio, se le escapó una sonrisa. Sus apariciones han adquirido entonces ese valor: la jefa puede estar queriendo decir algo. Volvió a pasar el miércoles. El ministro bonaerense se subió a la moto, llegó al puente La Noria y se quejó del desorden del control del tránsito. ¿Había ido por su cuenta o alguien lo mandaba? Es la incógnita que no todos los funcionarios del gobierno nacional alcanzan a despejar. Aunque hayan tomado nota de una coincidencia: desde hacía varios días, la vicepresidenta les venía recordando la...

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