Cuando servir al prójimo es un oficio cotidiano

Palabras pronunciadas anoche por el autor en el acto de la Legislatura de la Ciudad por el cual el doctor Guillermo Loda fue declarado "personalidad destacada en la medicina"

De la calificación de los personajes de la historia a los de las películas del Western y, desde luego, a las historietas que dilataban en la remota niñez el catálogo de nuestras fantasías, el género humano se ha prodigado en la contraposición radical entre héroes y villanos. Unas veces los juicios dependen de valoraciones subjetivas más o menos discutibles, y en otros, de argumentos de robusta objetivación sustantiva. Cuando ambas referencias se aúnan, la fórmula resulta imbatible: se es héroe o se es villano sin medias tintas. Hoy, estamos aquí porque la Legislatura de la Ciudad ha declarado que el doctor Guillermo Loda encarna de verdad un modelo de la primera categoría: "Personalidad destacada en las ciencias médicas". Lo sabíamos por otros galardones de aquí y del exterior que había recibido, pero faltaba este tributo de la ciudad en que se ha desarrollado su vida de vecino y de profesional con éxitos que enorgullecen a los amigos.

En el caso de un médico de afabilidad notable, este acto de reconocimiento es más conmovedor de lo habitual en ocasiones parecidas. La vigilia permanente por alistarse a conciencia para la misión de recuperar en pacientes la utilidad de miembros vitales para el desenvolvimiento normal en la vida, en lugar de haber acorazado sus efusiones naturales lo ha hecho más propenso todavía a la profusión de los sentimientos que definen su temple. Es el modo en que se produce la empatía del científico y humanista con quienes lo reclaman para alivio de discapacidades y sufrimiento físico y moral.

Han de haber sido cientos y cientos, y más aún si prolongáramos la nómina conjetural de pacientes a través del legado de los discípulos, a quienes Loda haya extendido una mano solidaria. Recibir esa mano eximia por obra de una calidad humana excepcional, y no solo en función de habilidades que brotan del maestro en medicina, ha de haber suscitado experiencias inigualables entre profesional y pacientes. Abundan en el ejercicio de tan noble ciencia situaciones de harto dramatismo, y tal vez en particular en las que irrumpen con frecuencia en la disciplina en que Loda se ha especializado: la cirugía de manos y miembros superiores.

Nunca más apropiado en eso de dar manos respecto de quien ha hecho, de tanto darlas, oficio cotidiano, arte y ciencia en virtudes...

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