, la serie más entretenida

El gran debate de esta semana fue si la intervención y expropiación de Vicentin era una medida mala o muy mala. Yo acabo de fijar posición. Me pareció entretenida. De los realities y docuseries que hemos estado viendo en casa durante la cuarentena, uno de los que más nos atrapó. Siempre, claro, que se lo vea sin otra pretensión que seguir un thriller de pulso trepidante, asomarse a la cocina del poder y disfrutar del histrionismo de Alberto en su papel de presidente.El último episodio -no estoy espoileando nada porque la historia sigue- lo encontré un poco disparatado, pero en este mix de realidad y ficción que nos propone Vicentin, la Venganza (VV, la presenta Netflix), al igual que su precuela, La 125, todo es posible. Rodeado de ministros y asesores, Alberto recibe durante dos horas a los dueños de la empresa. Aunque no le faltan suspenso y dramatismo, la escena es ridícula. Que alguien me explique qué tiene que hacer el Presidente con esos señores que tiraron por la ventana una grandiosa trayectoria de 90 años, que dejaron colgados de un pincel a miles de productores y una deuda de 1500 millones de dólares. Si son tan malos que les tuviste que arrancar la empresa, ¿qué corno hacen en Olivos? Creo que no hay nada para negociar si ya decidiste intervenirlos y expropiarlos, pero si hubiese algo que conversar, que los atienda un ministro o, en todo caso, el jefe de Gabinete. No, mejor el jefe de Gabinete no. El pobre Cafierito anda flojo de información. En la entrevista con José Del Rio dijo dos veces que la empresa no está operando. Sí, está operando. Sus tres principales complejos están activos. Vuelvo al Presidente: tiene que preservarse. Sobre todo, por esa tendencia a decir lo primero que se le ocurre. Es muy ocurrente. Por ejemplo, en esa reunión -por momentos inverosímil y estrafalaria, me dicen- se puso firme y ratificó que la única salida era la expropiación; se puso dadivoso y les propuso ser socios del Estado, y se puso creativo y sugirió cómo podría llamarse la nueva empresa. Insisto: alguien tiene que preservar al Presidente. Además de Cristina, digo.En el primer episodio, el lunes, vimos a Alberto anunciar la intervención y el proyecto de ley de expropiación sin mucho entusiasmo, siendo fiel a un guion que había aprendido, pero que evidentemente no lo convencía demasiado. Dijo eso de la soberanía alimentaria, lo cual, tratándose de Vicentin, tiene mucho sentido: en la mesa de los argentinos estarán ahora garantizados el aceite...

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