Serena Williams: 'No me siento una leyenda, sólo soy una chica normal'

No tiene límites. No teme. No padece vergüenza, no se sonroja, no tiene miedo al ridículo. No piensa en el qué dirán. Nada le provoca celos. No piensa en la muerte, pese a haber jugueteado dramáticamente con ella. Vive y lo hace con pasión. Es una fiera, pero también es sensible. Gana partidos, conquista torneos, acumula dinero, mucho dinero. Tiene 32 años; profesional desde septiembre de 1995, fue campeona dominando a las veteranas de aquel momento, luego venció a las tenistas de su generación y, ahora, casi sin hacer esfuerzos, a las más jóvenes. Serena Williams, la menor de cinco hermanas, nació en Saginaw, Michigan, pero inmediatamente, junto con sus padres, Richard y Oracene, se mudaron a Compton, un barrio con alto nivel de criminalidad en Los Ángeles. "Creo que mi padre me metió en el tenis por dinero, pero yo era un poco boba, naif, nunca pensé en eso, sólo pensé en ganar", dijo, Serena, alguna vez. Aprendió a jugar escuchando los silbidos de las balas, esas mismas balas que en 2003 asesinaron a Yetunde, una de sus hermanas, que era enfermera y estudiante de administración. Su vida es de película. Superó lesiones en las rodillas y en los tobillos, y hasta una gravísima embolia pulmonar; es la número 1 de la WTA, ostenta 32 trofeos de Grand Slam (17 en individuales, 13 en dobles y dos en dobles mixtos) y cuatro medallas doradas olímpicas. Es una suerte de mito viviente en el arte de las raquetas. Y va por más.Primeras horas de la tarde en el barrio de La Boca. Serena, con el pelo ensortijado, un aro color plata en el ombligo y escondida en unos anteojos oscuros, desciende de una gran camioneta blanca, con la pereza lógica posterior a un extenso vuelo. Detrás de la gran dominadora del circuito femenino surgen su hermana Venus (con trenzas fucsias y negras), su simpática madre, amigas y algunos de sus sobrinos. Llegaron a esta porción de América del Sur por primera vez; hoy jugarán una exhibición en el Baltc. No pasan inadvertidas; ni Venus, quien llegó al número 1 en febrero de 2002, ni tampoco Serena. "Hola, ¿qué tal? Es mi primera vez aquí, es que tenemos tantos torneos en el circuito que se nos hace difícil visitar sitios donde no hay torneos", saluda, amable, la menor de las Williams, que se sienta a conversar con LA NACION en uno de los salones de la Usina del Arte, brincando de un tema a otro, encendida, despreocupada.—Luego de ganar el último US Open, Patrick Mouratoglou, tu entrenador y confidente, te describió en el diario español El País...

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