Separar la paja del trigo

Las jineteadas constituyen una expresión de nuestra cultura rural. Son estimulantes por motivos de esparcimiento entre la gente de campo y entre quienes se entusiasman con las pruebas de destreza que relacionan al hombre con los animales de mayor significación en las actividades pecuarias. También resultan útiles, por razones productivas, para el desarrollo de la raza caballar. Conviene, por lo tanto, preservar aquellas actividades, sin perjuicio de que sean reglamentadas.Nuestra sección Cartas de Lectores ha recibido en los últimos días una cantidad inusual de comentarios sobre las jineteadas como práctica con un público en gran parte del interior del país y transmitidas por programas de televisión de amplia difusión. El punto en debate en esas cartas es que las jineteadas deben prohibirse por juzgárselas agresivas y vejatorias para una especie animal de larga, profunda y cálida relación con el hombre.Lo absurdo es que esa reacción contra una de las tradiciones antiguas del campo argentino se ha suscitado por un accidente de tránsito en el que murieron ocho animales que eran transportados para su presentación en el Festival de Jesús María, en Córdoba. Con ese mismo criterio, debería prohibirse el fútbol, que tantos heridos y muertos ocasiona con alarmante frecuencia por asuntos que nada tienen que ver con las leyes de ese deporte, o el boxeo, u otras competencias de real riesgo.Un accidente vial mal puede invocarse para una cuestión de la naturaleza que se ha planteado ya que, de otro modo, por seguir con la argumentación anterior, algún día alguien pretenderá eliminar los automóviles, las motocicletas o la actividad aeronáutica.Distinto sería analizar el tema desde la perspectiva de que los reservados (potros...

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