El sentido de la tragedia en el pensamiento judío antiguo

AutorAdrián Javier Herbst
Páginas135-155
La capacidad que tenemos los seres humanos de comprender
en forma diferente los mismos hechos representa una continua
fuente de sorpresa; en el texto bíblico, los opuestos puntos de vista
que Job y sus amigos tenían acerca de las causas de su miseria es un
famoso ejemplo de este fenómeno.
El sentimiento de que un suceso de la vida es una tragedia se
basa en la convicción de que lo que consideramos justicia no siem-
pre se manifiesta en las vicisitudes de la vida. La desgracia puede ser
el resultado de causas accidentales o incluso de buenas intenciones:
Ésta es la peripeteia de Aristóteles, el resultado de una acción, exac-
tamente lo opuesto de lo esperado. Vale la pena citar la opinión de
Aristóteles sobre la trama de las tragedias para luego poder com-
prender el pensamiento judío respecto de este tema:
“En primer lugar, el cambio de fortuna que se presenta no
debe ser el espectáculo de un ser humano virtuoso traído de
la prosperidad a la adversidad, porque esto no genera pena
ni temor, sólo es chocante. Tampoco el de un mal ser huma-
no que pasa de la adversidad a la prosperidad; porque nada
es más ajeno al espíritu de la tragedia; tampoco satisface el
sentido moral (tò philánthröpon) ni provoca pena o temor.
El sentido de la tragedia en el
pensamiento judío antiguo
Adrián Javier Herbst
136 ADRIÁN JAVIER HERBST
Tampoco debería ser exhibida la caída del villano. Una
trama de esta clase sin dudas satisfaría el sentido moral, pero
no inspiraría ni pena ni temor, ya que la pena surge de la
desgracia inmerecida y el temor de la desgracia de un ser
humano cualquiera como nosotros…Allí yace entonces el
carácter entre estos dos extremos, el de un ser humano que
no es eminentemente bueno y justo, pero cuya desgracia se
origina no por el vicio o la depravación sino por algún error
o fragilidad”. (Aristóteles, Poética 1452 b, 34.)
Aunque Aristóteles habla más sobre literatura que acerca de la
vida real, enumera aquí las instancias básicas de las tragedias
humanas, omitiendo sin embargo el caso del próspero truhán, cir-
cunstancia que es injusta pero no trágica. Desde tiempos inmemo-
riales el ser humano ha buscado la explicación a la repentina e
inmerecida calamidad y al comienzo ha elegido una de estas expli-
caciones: a) error humano o trasgresión, b) hostilidad divina o
enojo.
Muchas veces cuando un ser humano, a través de un acto deli-
beradamente malvado, se genera un problema lo culpamos por su
desgracia y no sentimos que el orden del universo sea injusto. Po-
demos igualmente decir: “Dios está en su reino - todo está bien en el
mundo!1
O, en las palabras del Coro en la “Electra” de Sófocles (174-
175): “Todavía grande en su reino es Zeus, quien ve todas las cosas
y rige”.
A nadie le asombran las consecuencias de la ley de causa y
efecto. En la naturaleza, el viento norte produce lluvia (Proverbios
25:23), el fuego se extingue por falta de madera (26:20). En la vida
diaria, el contacto con el fuego lastima (6:27-28), apretar la nariz la
hace sangrar (30:33), tomar vino hace olvidar las penas (31:6-7),
pero finalmente picará como una serpiente y causará penosa aflic-
ción (23.29-35). El problema surge cuando una calamidad parece
ser completamente inmerecida. Las primeras explicaciones que en-
1(Job 42:6).

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR