En seis minutos, pasó de todo

RAFAELA.- No tiene sentido buscar culpables. Es el fútbol, que se explica por sí solo o más bien prefiere esconder sus razones entre argumentos a medias, anécdotas o simples detalles. Atlético de Rafaela le echará la culpa al árbitro Maglio, maldecirá su mala suerte o lamentará un descuido fatal, definitivo; Boca agitará su orgullo por un grupo de pibes que puso corazón y rebeldía cuando ya parecía no haber nada que hacer. Cada cosa -salvo la injusta carga sobre la responsabilidad del juez, cuya decisión de extender el tiempo de juego fue irreprochable- es cierta, pero no llega a explicar por sí sola el drama deportivo que se condensó en un puñado de minutos. Esos seis finales ni siquiera llegaron a modificar lo que desde el pragmatismo duro es lo único que importa, el resultado -antes, empataban 1 a 1; después, terminaron igualando 2 a 2-, pero fueron el corazón de la noche, aun cuando desde hoy el partido empiece a contarse como un capítulo más de una historia que continúa.Nicolás Blandi fue el héroe de la noche cuando hasta un par de minutos antes tenía el destino opuesto, o el de un nombre más. Llegó a la tremenda chilena en el área que puso el empate final porque Boca no se rindió, porque salió a jugarse en la última chance que le concedió Maglio en un razonable anexo al tiempo de descuento. El mismo Boca que antes había desperdiciado buena parte de la noche: su mano blanda, su falta de cinismo para sellar el partido, le regaló a Rafaela la supervivencia que por sí solos no sabían conseguirse los locales. Después la aprovecharon, con mucho más empuje que el poco fútbol que tienen. Esa inspiración final y vibrante de Blandi rescató a Boca cuando lo lógico, hasta sólo un rato antes, era un triunfo desahogado, sin discusión.Lo había justificado con una calidad e intención de juego que dejaron sin respuesta a los locales. Entre dos o tres caciques -Caruzzo, Chávez, Mouche-, los pibes que le aseguran a Boca una renovación promisoria demostraron que con canchas chicas y rivales combativos también se puede jugar. Hace falta vista levantada, cabeza fría y sensibilidad en el pie, como por entonces mostraba especialmente Pol Fernández, la bandera, en el primer tiempo de anoche, de unos carasucias muy interesantes. Acompañaban Benavídez, atento para el corte y también con buen pie, y a veces Paredes, talentoso pero intermitente. El gol de Mouche, otro mojón en la nueva historia de este delantero que supuestamente no sabía definir, fue lógica pura en un...

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