El secreto en las páginas

"Pierre Menard", en un libro de contabilidad

A la memoria de Michel Lafon

No hay que olvidarse nunca de ese consejo de un filósofo, según el cual cuando un asunto era muy difícil renunciaba a un examen masivo y optaba por dedicarse a un detalle, con la ilusión de que ese detalle iluminara la totalidad. La recomendación tiene validez en varios planos, no necesariamente filosóficos, y también para asuntos que, además de ser complejos, están ya muy manoseados. Por ejemplo, Borges y su obra. Hay que conformarse con detalles menores -eso pensé cuando intervine en el reciente Festival Borges- y llegar con suerte a hallazgos menores. El punto de partida puede ser de por sí menor: un prólogo.

El prólogo es la manera que un lector tiene de participar del libro que admira, o que aborrece, pero en todo caso la estrategia para agregar sus páginas propias a páginas ajenas.

Me refiero ahora al prólogo que Borges escribió para Sartor Resartus , de Thomas Carlyle, en la Biblioteca Emecé de Obras Universales que dirigía Ricardo Baeza. La edición de ese libro y de la nota preliminar es de marzo de 1945. Treinta años después, Borges mutiló esas páginas al recogerlas en Prólogo con un prólogo de prólogos . Esa mutilación es inexplicable, porque la primera página de ese prólogo es, en su versión original, una declaración de principios. Dice Borges: "La literatura es un juego de convenciones tácitas; infringirlas parcial o absolutamente es una de las muchas felicidades (de los muchos deberes) de ese juego de límites ignorados". Sigue: "Nos agrada que los protagonistas de la segunda parte del Quijote hayan leído la primera, como nosotros. […] Nos agrada que el autor de Sartor Resartus finja que ya existe ese libro y que el volumen publicado por él es una mínima fracción del original. (Esas y otras ficciones de Carlyle son verdades simbólicas: todo libro es la traducción de un arquetipo oscuro; todo escritor es un lector, un compilador, un intérprete)".

Podría Borges haber añadido a la enumeración ese pasaje del capítulo V de Heinrich von Ofterdingen , de Novalis, en el que el eremita le muestra a Heinrich un libro de grabados y descubre en las ilustraciones su pasado, los sueños que tuvo y aun su porvenir incomprensible. Eso también nos agrada.

¿Qué eso que nos agrada? La indistinción, una identidad de mundo y libro que nos impide saber cuál es libro, cuál es mundo, y que el mundo no sepa que es libro ni el libro que es mundo. Nos agrada ignorar cuál es el orbe...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR