Sarmiento y el mar

Sarmiento fue el único entre los presidentes de la época de la organización nacional que al comenzar su período gubernativo, en 1868, había surcado varias veces el océano llevando ligero equipaje de viajero o cartas credenciales y documentos para cumplir funciones diplomáticas.

El primer mandatario de la Confederación Argentina, general Justo José de Urquiza, y su sucesor, el doctor Santiago Derqui, solo habían transitado la geografía regional, empeñados desde jóvenes en guerras civiles sin cuartel. Mitre, primer presidente de la Argentina unificada, se había embarcado en 1846 en Montevideo, donde se hallaba exiliado hacia Río de Janeiro para tomar un vapor que lo condujera por el Estrecho de Magallanes a Valparaíso, y cinco años más tarde había partido desde ese puerto junto a Sarmiento y Paunero, para pasar del Pacífico al Atlántico por el Cabo de Hornos y sumarse a la lucha contra Rosas. Pero recién muchos años más tarde, en el ocaso de su existencia, pudo gozar de la navegación atlántica para ver en Europa antiguos documentos y recorrer países que solo conocía a través de sus ingentes lecturas.

En cambio, Sarmiento había gozado y sufrido en repetidas ocasiones las caricias y las furias de los dos océanos más grandes del mundo; había experimentado la navegación a vela y a vapor; había atravesado las aguas en cáscaras de nuez y en lujosos "paquetes" transatlánticos; se había metido en las entrañas de los buques para descubrir los secretos que encerraban sus cubiertas bajas y calderas.

Embarcó por primera vez a fines de 1845, de Valparaíso a Montevideo, de allí a Río de Janeiro y de Río de Janeiro a Ruan, Francia. Luego de recorrer el Viejo Mundo y de desplazarse por el mar de arena del Sahara montado en un camello, emprendió la marcha hacia EE.UU., para descubrir una nueva realidad en materia de costumbres y avances educativos deslumbrantes.

Veinte años más tarde, volvería a ese gran país como ministro plenipotenciario argentino, alcanzaría a contemplar los últimos capítulos del gran drama de la Guerra Civil y se interesaría por la adquisición de armamento naval y terrestre libre tras la sangría fraterna, con el fin de renovar la Marina y el Ejército de su patria. Ambos contaban con material obsoleto, casi inservible, para hacer frente a un conflicto como el que se desarrollaba en el Paraguay. Nada logró entonces a raíz de las tremendas dificultades económicas por las que atravesaba el país, pero era demasiado obstinado para renunciar a...

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