Sánchez y sus ataques al espacio

River volvió a ganarle a San Lorenzo sin sobrarle nada, es cierto, pero mientras va buscando respuestas en esa búsqueda para reinventarse o para volver al nivel de 2014 entre cambios de sistemas y de nombres, observa en Carlos Sánchez a un jugador completo, de esos que cualquier entrenador querría tener en sus equipos. Cuenta con despliegue, intensidad para el ida y vuelta, pisa el área rival, aporta asistencias y goles, tiene sacrificio táctico y hasta puede ejecutar las pelotas paradas. Es el primer respaldo de todo ataque millonario, pero también mira el arco propio cuando debe retroceder para colaborar con la defensa.

Puede jugar bien o muy bien (la mayoría de las veces), regular o mal, pero no descansa nunca en los partidos. Y le da la misma importancia a la primera pelota en disputa que a la del minuto 90. El domingo, en el último minuto en el Monumental, en la jugada donde casi empata Villalba tras el centro de Mas desde la izquierda, el volante uruguayo hizo lo que debía desde su responsabilidad defensiva y llegó a cubrir la posición del punto penal. No se durmió en los laureles de los goles anotados.

Sánchez no es enganche, pero puede hacer diferencia también jugando a las espaldas de los volantes centrales adversarios, como ante San Lorenzo. En un River que mutó del 4-3-1-2 al 3-4-1-2, lo que mantiene la esencia del uruguayo es cómo ataca los espacios, lo inteligente que es para (enseguida) avanzar sobre un hueco generado por un delantero, que puede ser quien salga para que un medio (en este caso Sánchez) ingrese. O simplemente es consciente de cuáles son las posiciones fijas a cubrir en un ataque respaldado: primer y segundo palo, punto penal y los rebotes. A estas posiciones, River le agrega los lanzadores de los centros-gol, virtud que arrastra desde la época de Ramón Díaz, con Vangioni y Rojas desde la izquierda y Mercado, Sánchez o...