San Lorenzo le pone alas a una nueva aventura internacional

MARRAKECH.- Una vida. Triunfos, tropiezos, caídas, resurrecciones. Una vida. Victorias, dolores, precipicio y volver a nacer. Vueltas olímpicas, un descenso, el Viejo Gasómetro, el nuevo, los primeros títulos internacionales, la vuelta a tierra santa. El Gaucho, San Juan y Boedo, y "ese sentimiento inexplicable". Una vida, San Lorenzo. Títulos internacionales, al fin. Mercosur 2001, Sudamericana 2002. Títulos de todos los colores, con equipos que escriben páginas para la historia. Récords, gloria. El precipicio del descenso, otra vez: casi, casi. Grande en el pago chico, pequeño en el concierto de las naciones. Hasta que se presenta ella, la novia furtiva, la más bonita de las copas. Una vida, San Lorenzo. La Copa Libertadores, de una vez y para siempre. Un mundo nuevo. De Boedo al universo. Es hoy, es ahora y debe ser para siempre. San Lorenzo, el viejo y querido Ciclón, abre la puerta de la excelencia. No es un sueño, es la pura verdad. El mundo FIFA también pertenece, al fin, a su mundo. San Lorenzo estrena su ropaje en la mayor de las competencias de clubes. El Ciclón, en la mesa de los grandes. Se acabó la espera que dura una vida entera, unos 108 años. Los Matadores, los Santos, los Cuervos están preparados, están listos. Una aventura inolvidable: desde las 16.30 de nuestro país, San Lorenzo jugará con Auckland City, una noble y semiprofesional entidad de Nueva Zelanda, detrás del objetivo de todos, la final mundial. Si hay paridad en los 90 minutos, habrá alargue. Si persiste, penales. Hacia allá va.

La final, la verdadera final, sin embargo, es la de hoy. La de ahora mismo. El debut, los nervios, la tensión, la ansiedad, es parte de su estirpe. También, esa voluntad arrolladora de levantarse frente a cada tropiezo, ante cada caída. Si supo este equipo consagrarse en el plano internacional, si supo este equipo consagrase por vez primera en la copa de las copas de nuestro lado del mundo, con un mar de estigmas del pasado, por qué no intentar alcanzar la cúspide del balón. No está Correa, no está Piatti. Tampoco, Gentiletti. El conjunto, en el torneo doméstico, resultó un manojo de retazos de lo que supo ser. Todo eso es cierto. Sin embargo, este grupo de jugadores lleva sangre caliente en su interior. Fuego sagrado, dicen los especialistas futboleros. Lo necesario para que la historia que escribieron meses atrás, contra el humilde Nacional, de Paraguay, sea apenas el comienzo, el prólogo de una historia con ribetes de leyenda. Con...

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