El salto de Grete Stern: de la publicidad a la invención de sueños fotográficos

En la primera página de Adiós a Berlín, su crónica de la primaveral República de Weimar, Christopher Isherwood dio en el blanco con una de esas frases que se convierten en consigna, título, contraseña. "I am a camera", escribió. "Yo soy una cámara fotográfica con el obturador abierto, enteramente pasivo: registro, no pienso".En los mismos años en que Isherwood escribía esas líneas, Grete Stern, cámara en mano, caminaba las calles berlinesas. No eran las suyas calles de dirección única, ni su cámara tan neutral como el ojo que se atribuía el escritor. Aunque nos resignemos a creer que la fotografía registra, en realidad inventa. Recordémoslo: hacia fines de la década de 1920, Stern -muy joven, menos de un cuarto de siglo- aprendía con Walter Peterhans, en cuyo taller conocería en 1932 a su futuro marido, Horacio Coppola, y también otro amor, más artístico, el de la Bauhaus. Fue precisamente entonces cuando, con Ellen Auerbach, esa amiga de toda la vida, fundaron la agencia comercial (diríamos ahora "de publicidad") ringl + pit. La adición en la marca (construida con los apodos infantiles de ellas) ya da que pensar. El montaje, como en el nombre, fue la matriz de la aventura. La muestra "Sueños y obras tempranas", que podrá visitarse en la galería Jorge Mara-La Ruche hasta el 15 de mayo, reúne esos trabajos realizados en Alemania y muy pocas veces vistos en la Argentina.Afiches, membretes, tipografías no ocultan el diseño acerado de la Bauhaus, claro. Es lo que pasa en la publicidad del analgésicoPyraletten, que pone en adyacencia un rostro de mujer deformado por la migraña y la austeridad de las letras que venden. Sin embargo, Stern y Auerbach tenían otras fuentes. En el aviso de la loción Pétrole Hahn, por ejemplo, con el maniquí que sostiene el frasco despunta un gusto un poco surrealista por el objeto obsoleto, inquietante, inhumano. ¿Por qué serían surrealistas los maniquíes? En principio, porque su "vida" transcurre en una vidriera. La vidriera es un buen emblema: después de todo, el surrealismo es la vidriera del sueño. La vidriera es también el espacio de la publicidad, igual que la página de una revista o un cartel en una pared. El collage es una estrategia de la publicidad, aun cuando no se lo proponga: el aviso existe alrededor de algo (la calle, el resto de una publicación) que no es él. El principio del collage, o del montaje, que tanto se le parece, consiste en situar dos objetos desemejantes en un plano desemejante de ambos...

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