La Salada, un mal que se multiplica

Una información que no extrañará a nadie, lamentablemente: diciembre fue el mes récord de venta ilegal del año 2014 en la ciudad de Buenos Aires, según el último informe mensual de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Decimos que no extrañará porque fácilmente puede comprobarlo todo aquel que transite por las calles porteñas, sobre todo las adyacentes a centros urbanos importantes. Allí, la venta clandestina ocupa no sólo espacio concreto, sino espacio ilegal.

Por su parte, la Cámara Argentina de Comercio (CAC) informó que la venta ilegal callejera, en el último trimestre de 2014, creció casi un 30 por ciento en las principales ciudades del país. Tanto la mencionada medición de la CAME como la de la CAC coinciden en señalar que es el sector indumentaria el que ocupa el primer puesto entre los rubros más exitosos en los puestos de venta callejera. Le siguen el de calzado y, durante las pasadas fiestas, también los de óptica, fotografía, relojería y joyería, y juguetes. Si en noviembre algunas mediciones ubicaban el récord de venta ilegal en un 55 por ciento, estas que mencionamos ahora indican que el relevamiento de puestos de venta callejera fue de 3983, de los cuales unos 3568 estaban en calles, avenidas y peatonales -las zonas más invadidas: los barrios de Once, Liniers, Caballito y Flores-, lo que significa un crecimiento de 41,5 por ciento frente a noviembre y de 104, 5% comparado con igual mes de 2013.

Lo que el informe también destaca es lo que parece ser una imparable multiplicación de "Saladitas", consecuencia directa del aumento constante del fenómeno. Según la CAME, en un año se abrieron cuatro nuevas "Saladitas", con lo cual la ciudad de Buenos Aires tiene 120 en total: desde julio de 2011 pasaron de ser 30 a las actuales 120, es decir que se multiplicaron por cuatro, con una mayor cantidad de predios en Floresta y Once.

Más allá de los números, no hay que olvidar que este negocio sin duda "floreciente" significa que nadie paga impuestos ni cargas sociales ni alquileres, que la mayoría de la mercadería proviene de talleres ilegales (con trabajadores esclavizados) o del contrabando, por lo que la diferencia de precios con lo que se puede adquirir en un comercio ilegal es imposible de comparar en favor de los productos "truchos".

La lucha emprendida repetidamente desde la Justicia y el Ejecutivo porteño para liberar de puestos y manteros las calles de la ciudad se parece peligrosamente al mito de Sísifo, porque...

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