Saber escribir para saber leer

Hace una considerable cantidad de años, diría sin exagerar que un cuarto de siglo, fui a la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras a consultar un ejemplar en inglés del Finnegans Wake, de James Joyce. La edición que me dieron era la primera y, con sorpresa, descubrí una dedicatoria que decía "To Georgie" y estaba fechada en Nueva York el 4 (o el 3 o el 5, ya no recuerdo exactamente) de junio de 1939. En las últimas páginas, estaba la letra inconfundible de Borges, que transcribía algunos pasajes de ese tour de force joyceano.

Comuniqué el hallazgo a la biblioteca y me dijeron que llevarían el ejemplar "al tesoro". De vuelta en mi casa, consulté la reseña que Borges había escrito para la revista El Hogar (recogida ahora en Textos cautivos). En una interesante coincidencia (¿buscada?, ¿casual?), esa reseña se publicó el 16 de junio, también de 1939, es decir, el Bloomsday, el día en el que transcurre el Ulises. Pero lo mejor no es eso: lo mejor es que Borges liquidó (lectura y crítica) ese libro inextricable en... ¡10 días!

¿Qué dice la reseña? Todo aquello que hace falta decir sobre Finnegans Wake, ni más ni menos. Permítanme citar. "Finnegans Wake es una concatenación de retruécanos cometidos en un inglés onírico y que es difícil no calificar de frustrados e incompetentes."

¿Exagerado? Tal vez. ¿Equivocado? Para nada. Borges no leyó el libro entero ni tenía necesidad de hacerlo. Borges sabía leer, y saber leer quiere decir saber qué leer y por qué leerlo.

Probablemente ya se haya dicho todo, o casi todo, acerca de Borges escritor. No soy yo quien pueda agregar nada nuevo a ese género. En cambio, Borges lector es ahora mucho más apasionante para mí. No porque participe de sus preferencias. No me interesa el género policial, ni Kipling ni..., y además Borges execraba buena parte de la literatura que más amo. No. Lo que me apasiona es cómo lee, aun cuando lea cosas muy diferentes de las que ocupan el centro de mis intereses.

Sospecho que esa manera de leer de Borges es la generalización a la literatura entera de la lectura que solía hacer de la Encyclopædia Britannica. El modus operandi era el siguiente: se elige un tomo al azar y se puede obtener una información muy completa sobre, por ejemplo, el budismo; en otro volumen, descubrimos la historia del Imperio Romano, y en la letra "D", a los druidas.

Nunca ocultó Borges su deuda con la Britannica, punta de ovillo de otras lecturas que vendrían luego, como ríos subsidiarios de esa...

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