Rosario: reformas en la policía para frenar la violencia urbana

ROSARIO (De la Redacción de LA NACION).- El boulevard Oroño es uno de los ejes centrales de circulación en esta ciudad. En sus varios kilómetros de extensión se vuelve también un símbolo de las dos caras rosarinas, desde el ingreso a través de barrios más humildes y marginales, en algunos puntos, hasta la activa zona céntrica con su aire universitario, bares y la representación de poder económico que dan las nuevas torres frente al río. Todos los sectores sociales conviven sobre una misma arteria como quizás en ninguna otra parte del país. Una ciudad dividida también por una que llevó a las autoridades provinciales a idear hoy otras estrategias de respuesta.

Muchos aquí señalan las responsabilidades policiales en el . Complicidades o desidia en el trabajo policial, en el menor de los casos, pusieron a Santa Fe ante la necesidad de reformular el esquema de la policía. Los funcionarios provinciales estiman que para dar la lucha contra la violencia primero deben recuperar a la policía. Ese es el elemento central del plan de Santa Fe.

"¿Qué necesitan?", preguntó Sergio Berni al ministro de Seguridad provincial, Raúl Lamberto, en abril pasado, cuando estaba a punto de ordenar el desembarco de 2000 gendarmes. Lamberto hacía tiempo que pedía el apoyo federal, necesitaba establizar la situación en las calles. "Necesitamos frenar la violencia", fue su respuesta y señaló los "búnkers" de las drogas, esas casas fortificadas en asentamientos por donde giraban armas y muertes.

Las autoridades provinciales consideran que la justicia federal no tuvo reacción rápida ante la aparición de ese fenómeno. Cada investigación judicial demandaba seis meses por búnker y cuando se daba la orden de allanamiento ese lugar ya no funcionaba. El quiosco de drogas se había mudado a otra casa cercana. Y el circuito judicial empezaba de nuevo, mientras más soldaditos se sumaban al negocio de la violencia armada. En abril se atacaron finalmente múltiples puestos de droga a la vez. El narcomenudeo tuvo que modificar su negocio. Y en muchos casos los soldaditos treparon por el boulevard Oroño y pasaron al robo común.

De una u otra forma, la sospechada policía santafecina debía salir a la calle a dar respuesta. El diagnóstico no era bueno, ausencias de personal en comisarías sin justificativos, insólitas pérdidas de armas reglamentarias, patrulleros que no se movían, prácticamente una policía de brazos caídos. Conducción férrea y tecnología es la apuesta santafecina para...

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