El rosario que a Macri le quema las manos

¡Basta de visitas! Ya le tomé aversión a esa palabreja maldita. Nos visitaron Renzi y Hollande, y el mes que viene nos visita Obama; Estela de Carlotto visitó a Macri en la residencia de Olivos, y después participó oficialmente de la visita de Hollande, y después dijo que le parecía bien la visita de Obama: ¡vade retro, Estela! Varios intelectuales de distintas extracciones visitaron a Macri, que hoy visita al Papa, y funcionarios del Gobierno visitaron a Massa en su casa de Tigre como si fuera lo más natural del mundo. Hay más visitas, muchas más, pero no quiero flagelarme. ¿Cuál es mi problema? Que esta visitocracia se va pareciendo a una democracia y empieza a quedar un poco en evidencia que durante 12 años, especialmente los últimos ocho, el circuito de visitas era algo más estrecho: Cristina visitaba a Máximo, Máximo a Cristina, Parrilli a Zannini, Aníbal a Cristina, unos narcos a la Morsa, a Capitanich le tenían prohibidas las visitas, Boudou se acostumbró a visitar juzgados, el general Milani era una visita frecuente en el despacho presidencial, la SIDE hacía visitas telefónicas, a Kicillof no lo visitaban inversores sino chicos de La Cámpora, y los chicos de La Cámpora disfrutaban visitándose en sus departamentos de Puerto Madero.

El mundo es cruel. Cuando reinaba Cristina no venía nadie -en ocho años, fuera de nuestros vecinos, apenas aparecieron dos presidentes sin excesivas credenciales democráticas: los de Rusia y China-, y ahora a este ajustador serial en poco más de un mes le caen tres tipos muy grosos. Nosotros valorábamos un montón cuando nos visitaba Chávez: era un buen amigo, maltrataba a Bush y clavaba discursos de tres horas que encendían a los pibes para la liberación. Además, solía darnos grandes ideas geopolíticas y geoestratégicas, como la de sacar la estatua de Colón, y era pícaro y rápido para proponer negocios. Negocios personales, digo; de los negocios bilaterales se ocupaba otra gente. Es una lástima que, como Néstor, Hugo haya muerto tan joven, sin poder sacarle jugo al colchoncito de plata que se había hecho.

Me pregunto por qué vienen Renzi, Hollande, Obama y tantos otros que empezarán a desfilar por aquí. Qué tiene Mauricio que no tuviera la señora. Por qué resulta más atractivo y prometedor el eje Buenos Aires-Washington-París-Roma que el eje Buenos Aires-Caracas-Teherán-Moscú. Sigo haciéndome preguntas: si el nuestro era el gobierno de los derechos humanos, por qué nos entendíamos mejor con Maduro que con...

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