En el rol de directora

Hay quienes dicen que quien mucho abarca poco aprieta y, por el contrario, hay quienes van por la vida convencidos de que quien mucho hace mucho crece.En este segundo grupo se anota Leonor Benedetto, una actriz que logró pisar fuerte en el cine, el teatro y la televisión, que incursionó en la dramaturgia y que hoy, con la curiosidad y el entusiasmo intactos, se atreve a bajarse del escenario para entrar en el rol de directora, una tarea que, a juzgar por sus propias palabras, parece sentarle bien. El desafío vino de la mano de Carlos Ares, quien la convocó para llevar a escena Otros de nosotros.Se trata de una pieza que combina el costumbrismo y el absurdo y que nos sumerge en la problemática de los refugiados, en el derrotero de quienes buscan, por algún motivo, un lugar y un alma que los ampare. La obra, que se estrenó el jueves en el Centro Cultural Recoleta y que cuenta con el apoyo del Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), entre otras instituciones, está protagonizada por Ana Celentano, Adrián Navarro y Carlos Da Silva. Luego de presentarse en Buenos Aires, viajará en octubre al Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (en España), un encuentro en el que, el año pasado, Benedetto ya debutó como directora.Días antes del estreno de Otros de nosotros, la actriz, directora y dramaturga, que integra además el elenco de la ópera prima cinematográfica de Eugenio Zanetti, conversó con LA NACION. En esta charla, Leonor Benedetto nos habla de su incursión en la dirección, de los problemas de la fama, del presente del país y de sus propios refugios.–¿Qué te motivó a querer debutar ahora en Buenos Aires como directora?–Es un debut engañoso, en realidad. El año pasado yo dirigí una obra para el Festival Iberoamericano de Teatro, de Cádiz. Fue una experiencia tan gozosa, tan difícil, tan lograda, en la que sentí que me expresaba entera. Cuando apareció esto, no hubo duda, más allá de que no soy la primera persona en la que pensó [Carlos] Ares para dirigirla. Ya había un director y, por esas cosas del destino, ese director en un momento dado no estuvo más. Y hacía tiempo que Ares y yo nos habíamos conocido, me había dado la obra y yo le había dado una devolución que a él le entusiasmó mucho. Cuando me ofreció dirigirla, no tuve dos segundos de duda. Se está pareciendo a esa experiencia de Cádiz: muy difícil, muy trabajosa y muy bien paga. Paga satisfacción, paga plenitud, paga felicidad ver eso en el escenario. Sí es la primera vez...

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