Roberto Acuña: 'Ya cumplí mi sueño: voy a los Juegos Olímpicos y con la Generación Dorada'

El abrazo con Roberto fue intenso. Se emocionaron los dos. Su hijo en la elite del básquetbol es una suerte de cuento fantástico. Es un sueño que también, de alguna manera, es de él. Sus manos curtidas de años de campo dicen mucho. Porque fueron los dos los que pasaron mañanas enteras trabajando entre pollos y conejos. Padre e hijo. Había que ganarse la vida, poniendo el lomo. Así entendió que debía criar a su hijo, enseñándole que las cosas se consiguen con esfuerzo. Lo disfrutan juntos, y con Claudia Jappert, esposa y mamá. Los tres saben bien por lo que pasó Roberto (h.), que hace tres años estaba jugando el Torneo Federal y ahora está a un puñado de días de participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Con 2,08 metros de estatura, Roberto Acuña mira hacia los costados y tiene a Emanuel Ginóbili dándole indicaciones, a Luis Scola ofreciéndole un bloqueo, a Andrés Nocioni pidiéndole un pick and roll. Cuando lo piensa, todavía le cuesta dimensionarlo. Se advierte en su voz. Hace tres años exactos, en la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAus), de Sáenz Peña, que no tenía estadio y actuaba como local en el Club Acción, el pivote jugaba una semifinal del certamen de la tercera categoría de la Argentina. Ahora comparte equipo con una considerable porción de la Generación Dorada.

Dio sus primeros pasos en Atlético de Rafaela y completó su formación en San Isidro, de San Francisco, Córdoba. Luego se fue a Chaco y más tarde al TNA, en el que, vistiendo la camiseta de Ciclista, de Junín, consiguió el ascenso en la temporada 2013/14 y llegó a la Liga Nacional a los 23 años. Tras su primer año en la categoría superior, el DT Sergio Hernández lo invitó a participar en los entrenamientos del conjunto que se preparaba para los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Después de esa experiencia, firmó un contrato con Peñarol. En Mar del Plata se consolidó como jugador. Creció paso por paso. Con hambre y pasión únicas. Esas ganas convencieron al seleccionador nacional de ubicarlo como titular en el juego de anteanoche, frente a Australia por el Tres Naciones, y relegar al banco de suplentes a Marcos Delía, que tiene más tiempo en el equipo, pero ofrece un juego menos intenso que el de Acuña. A los 27 años, el rafaelino se restriega los ojos para creer lo que está viviendo.

-¿Qué sensaciones estás experimentando con la camiseta argentina puesta después de tres temporadas de progreso meteórico?

-La verdad es que estoy disfrutando como loco...

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