El rigor legal cuida las bellezas de París

PARIS.- La reglamentación que rige la protección de los monumentos históricos en Francia es una de las más rigurosas del mundo. Para el propietario, suele ser un dolor de cabeza. Para la sociedad, una bendición. "Dicho en pocas palabras, se trata de un sistema casi estalinista", ironiza un célebre arquitecto parisino.Es un monumento histórico todo bien que recibe un estatus jurídico particular, destinado a protegerlo debido a su interés histórico, artístico o arquitectónico. En esa categoría, pueden entrar los bienes más variados: un edificio, una decoración interior, un portón enrejado, un jardín, una reserva arqueológica o un mueble.Existen dos categorías: un monumento es "clasificado" cuando presenta un interés a nivel nacional. Es "inscripto", cuando ese interés tiene sólo valor regional. En el caso de un bien inmobiliario, la protección puede extenderse a todo el edificio o sólo a una parte. Puede clasificarse el exterior, el interior y su entorno.Un monumento público no puede ser vendido o legado sin notificación previa al Ministerio de Cultura. Y el futuro propietario debe ser informado, antes de la venta, de que adquirirá un inmueble "clasificado" o "inscripto", que le exigirá respetar una conducta particular. Así, cuando un propietario pretende transformar o incluso reparar un bien "clasificado", está obligado a presentar una...

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