En el resto de Asia, crece el temor a la radiación

SEUL.- Ya no es posible arribar a Corea del Sur por avión procedente de Japón sin que los pasajeros sean obligados a pasar por un control de radiactividad. El dato pone en evidencia, una vez más, las preguntas más aterradoras de la fuga de Fukushima: ¿hasta dónde alcanzarán los efectos de su colapso? ¿Cuán lejos llegará su onda expansiva? ¿A cuántas personas afectará?Esta es la cuestión que a diario se plantean no sólo los aterrados japoneses sino, también y en forma creciente, sus vecinos. En medio, aumentan las dudas, locales e internacionales, sobre el mensaje de serenidad que intenta transmitir el desgastado gobierno de Naoto Kan, a través de su activo vocero, Yukio Edano."Estamos trabajando para controlar la situación", repite este último, mientras pone el pecho a la evidencia de que, a más de una semana de la filtración, la situación sigue incierta y la autoridad nuclear internacional eleva un punto más el grado de la catástrofe, de cuatro a cinco, en una escala de siete.La duda de fondo para la mayoría es hasta dónde llega esto. Los más serenos confían en que la eficiencia japonesa terminará por controlar la fuga. Entre estos últimos se ubican las numerosas representaciones diplomáticas que mantienen su sede en Tokio y no la trasladaron más al sur del país. Lo más alarmistas esperan una enorme nube tóxica -en un rango parecido al de Chernobyl- y hablan de un final entre estallidos. Entre un extremo y otro medra el extenso campo de la expresión moderada del miedo y la incertidumbre que, con el tema nuclear, nunca es muy moderado. La gente habla ahora a diario de reactores, radiación y sistemas de enfriamiento; y de otros términos más engañosos, como "humo blanco" y "piletas", que parecen ocultar el potencial contaminante que tienen los elementos a los que se refieren.Casi todos los días, los japoneses tienen, al menos una vez, la aliviadora sensación de que se encontró una forma para superar la crisis. Pero terminan yéndose a dormir con un nuevo desengaño, mientras asisten al drama y al luto de la muerte y de la destrucción que campean por un tercio de su geografía.Las autoridades de Corea del Sur no quedaron exentas y decidieron instalar los arcos de control radiactivo. Postergan, en tanto, una evacuación de sus ciudadanos en Japón, aunque les recomienda mantenerse en una zona de exclusión de 80 kilómetros de la planta; cuatro veces más de lo que dice...

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