Un restaurador en su hábitat natural

El restaurador de obras de arte del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) tiene un trabajo que va más allá de conocer a la perfección la historia de cada una de las obras que puebla el mayor reservorio de arte del país, fundado el 25 de diciembre de 1896. Desde 1984 que es el encargado de la gestión de colecciones y tiene mil y una anécdotas. Una de ellas relacionada con la cineasta María Luisa Bemberg, que en 1985 donó al museo un cuadro de Alfred Sisley (1893) llamado Bords de riviere (Orillas del río). "Fui a buscarlo a su casa y simplemente lo descolgamos de su escritorio y lo trajimos caminando, porque María Luisa vivía muy cerca del museo, apenas cruzando la plaza. Ella estaba encantada con la donación, quería que la obra quedara para el disfrute de los argentinos, aunque le dio un poco de nervios que lo lleváramos así. Apenas llegamos, a los cinco minutos, la llamamos para que se quedase tranquila. Hoy, los tiempos cambiaron y habríamos llevado el cuadro embalado y con un transporte, aunque fuera por 100 metros", recuerda Alesón durante una breve visita guiada un lunes al mediodía cuenta particularidades de una profesión que tiene una muy buena salida laboral. "Hay detalles de las obras que a veces pasan inadvertidos para los espectadores, y esto es una pena", dice, y enumera de qué fecha es la obra y desde qué fecha está cuidada por el museo; qué intervenciones tuvo; quién la donó, si fue una adquisición, y mirar la firma del artista, que "nos dice mucho sobre quién es el pintor, cómo es su trazo, qué nos dice a través de su obra. Yo siempre les digo a mis alumnos que vengan a ver las firmas."Un cuadro es una gran pantalla sin pila y sin cable que a pesar de los años sigue contando una historia. Tiene un relato de las cosas que le ha pasado", dice, y recomienda agacharse para que la luz revele dónde ha sido restaurado. Pero cuidado, el paso del tiempo, el craquelado de la pintura no debe tocarse. Sí quizá fijar la pintura para que no se caiga y restaurar alguna zona golpeada."El paso del tiempo no se oculta, esa es la premisa fundamental. Pero hay maderas que se tuercen que hay que llevarlas a su lugar, hay que limpiar, aspirar el polvo de los dos lados o a veces retirar algún insecto. Todos los museos cada tanto trasladan las obras para restaurar o limpiar", explica.Otra perspectiva es el dorso del cuadro. "Las obras son interesantes también en su parte de atrás, porque tienen sellos, dedicatorias o etiquetas de viaje que también nos hablan de...

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