Sin respiro: la vida de los franceses, marcada por la crisis y el miedo al terror

NIZA.- En Francia hay días así. Días en los que uno cree volverse loco. Días en los que se tiene la certeza de estar en el paraíso, aunque cuatro pasos más allá haya pasado el infierno.

Venir a Niza después del último 14 de julio es algo así. Como sumergirse en la sensación esquizofrénica de estar en dos ciudades a la vez, en dos mundos opuestos. De un lado el bien y del otro, el mal, el yin y el yang, el llanto y la risa. La vida y la muerte.

A las 11 de la mañana, cuando todavía su célebre Paseo de los Ingleses seguía cerrado a la circulación luego del sangriento atentado, la Bahía de los Ángeles, uno de los golfos más bellos del mundo, había recuperado su apariencia de tarjeta postal.

Indiferentes a la locura de los hombres, la brisa del mar acariciaba la piel, el aire diáfano transformaba los rayos de sol en hilos de oro y el agua cristalina del Mediterráneo se deslizaba con imperceptibles ondulaciones por el cuerpo de turistas y locales. En ese estado de beatitud, ellos también parecían ajenos al drama que acababa de producirse a diez metros de allí.

Solo bastaron 45 segundos el jueves pasado a Mohammed Lahouaiej Bouhlel para recorrer con su camión los dos kilómetros más mortíferos de la historia de la capital de la Costa Azul; 45 segundos para matar a casi un centenar de personas que fueron a celebrar la alegría de pasear por la costanera, antes de toparse con la muerte.

Fue precisamente ahí, detrás del parapeto de cemento que separa la playa de cantos rodados y la "Prom" -como llaman aquí al paseo-, allí mismo donde los habitantes de esta maravillosa ciudad de 342.295 almas vienen cada día a leer, conversar o simplemente meditar. Allí donde hoy los bañistas parecen llegados de Marte hace cinco minutos. O decididos a no dar brazo a torcer.

"Si nos dejamos llevar por la tristeza, Estado Islámico (EI) habrá ganado", afirma Marthe Gianotti, dueña de la librería Massena, a dos pasos de ahí. Poco antes, la organización radical islamista había reivindicado el ataque "lanzado por uno de nuestros soldados" el 14 de julio, que causó 84 muertos y 202 heridos.

En este sábado de fin de saldos, en pleno fin de semana largo de fiesta nacional, franceses y nizardos parecen haber aceptado la realidad: "Habrá que vivir con la espada de Damocles del terrorismo sobre la cabeza, como dijo el premier Manual Valls, aunque esto sea la única verdad que nos dijo en su vida", afirma Renaud Peltier, un empleado municipal que hace años vota por la extrema...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR