Réquiem para la Justicia

A lo largo de la última década hemos denunciado desde esta columna un gravísimo proceso de degradación republicana. Uno de sus mayores indicadores es el avance progresivo sobre el Poder Judicial, que la fracción política a cargo del gobierno nacional desde 2003 ha ejecutado sin pausas ni escrúpulos.

Las últimas horas han dado cuenta de la fase final del asalto a la Justicia, con la arbitraria remoción del juez Luis María Cabral de su cargo como subrogante en la Sala I de la Cámara de Casación Penal, con el propósito de impedir su presumible voto en contra del cuestionable memorando entre la Argentina e Irán, en lo inmediato, y de controlar el cuerpo con jueces subrogantes afines al oficialismo cuando llegue el momento de considerar casos de corrupción que comprometen a la familia presidencial y a funcionarios kirchneristas, como la causa Hotesur. La remoción fue efectuada en forma directa, a través de un simple acto administrativo del Consejo de la Magistratura, sin que mediara un juicio o procedimiento conforme a derecho, y en abierta violación de la estabilidad plena de los jueces subrogantes. En la misma Sala I, se dispuso el reemplazo del juez Gustavo Hornos, logrando el oficialismo que la totalidad del cuerpo quede formada por jueces subrogantes elegidos entre el listado de abogados conjueces designados por el Poder Ejecutivo.

El proceso de asalto a la Justicia, sin embargo, se inició mucho tiempo atrás. El kirchnerismo, a poco tiempo de llegar al gobierno nacional, no tardó en debilitar las limitaciones impuestas por la obligación de elegir magistrados entre los mejor calificados en los concursos del Consejo de la Magistratura y el Ministerio Público Fiscal. El recurso en los primeros años fue acumular ternas de manera de aumentar artificialmente la discrecionalidad del Presidente. Esto trajo consigo dos males que perduran hasta hoy: las demoras generalizadas en la cobertura de las vacantes y la precarización de la administración de justicia con la proliferación de subrogancias en todos los fueros nacionales y federales.

A pesar del daño creciente que este afán de poder provocaba, aquello pronto fue insuficiente para el kirchnerismo, que en 2006 dio su segundo golpe. En lugar de contentarse con los márgenes de las ternas, aún ampliados por amontonamiento de expedientes, buscaron dominar el organismo del que aquéllas provenían. La propia Cristina Fernández de Kirchner, entonces senadora nacional, fue la encargada de promover las...

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