La república está en deuda con el desarrollo

El monumento a los padres fundadores de la Unión Europea: Alcide De Gasperi, Robert Schuman, Jean Monnet y Konrad Adenauer, en Scy-Chazelles, Francia

En los círculos académicos del Viejo Mundo suelen expresar con un dejo de ironía que el único francés que cuenta con monumentos que recuerdan su memoria en casi todas las capitales europeas es Jean Monnet, "el empresario del coñac".

La Francia de la posguerra estaba humillada y destruida. En agosto de 1945, pocas semanas después de la capitulación nazi, Jean Monnet, hoy recordado como "el padre de la Unión Europea", se encontró con el general Charles de Gaulle en Washington. Nunca había habido empatía entre estos dos hombres; más: los biógrafos destacan que el "general" lo sospechaba de "agente extranjero"…, pero la necesidad de la reconstrucción francesa era prioritaria. Según la crónica de Daniel Yerguin y Joseph Stanilaw, en el libro The Commanding Heights , en esa ocasión Monnet le reclamó a De Gaulle que dejara de hablar de la "grandeza de Francia". Ya nadie se lo creía. "Francia es hoy una economía pequeña, será grande cuando tenga el tamaño que lo justifique, y para eso hay que modernizarla y transformarla".

Narran los autores que De Gaulle quedó sorprendido con la objeción tajante de Monnet y, luego de meditarlo, pasó a la ofensiva. Dando por superados viejos enconos y desconfianzas mutuas, desafió al empresario: "¿Quiere intentarlo usted?", aludiendo al plan de transformación y modernización. Jean Monnet aceptó el reto. En una oficina que tenía relación directa con el primer ministro francés, el empresario llevó adelante el conocido "plan Monnet", de planeamiento indicativo. El programa privilegiaba la inversión necesaria para reconstruir el aparato productivo francés y medidas tendientes a una mejora sistemática en la productividad para alcanzar las mejores prácticas de la producción internacional en varios sectores donde Francia tenía ventajas competitivas. De allí el imperativo económico (y político) a superar las restricciones del mercado interno, y el objetivo de obtener escala en un mercado regional integrado. La Europa asociada a objetivos superadores de las ancestrales guerras fratricidas tenía también razón de ser económica y social: una nueva escala de mercado para la producción doméstica que se tradujera en desarrollo y bienestar para sociedades devastadas por la guerra. En una generación Francia volvió a estar entre las primeras potencias económicas del mundo.

La Argentina...

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