El renacer de una leyenda

De enero a enero, la plata será del banquero, pero el ruido lo genera Ligier… Lo hizo hace casi 40 años, cuando la plebe argentina deliraba con la posibilidad de que Carlos Reutemann, subido al Lotus 79 –el mejor coche de Fórmula 1 de 1978– ganara por fin en enero de 1979 el Gran Premio de la República Argentina. El sueño se quedó corto. El santafesino y su Lotus escalaron hasta el puesto de escolta, 15 segundos detrás de un Ligier JS11 que nunca perdió la vanguardia.

Enero de 1979 fue el mes más poderoso en la mediana historia de la escuadra francesa, cuando la Fórmula 1 inauguraba cada temporada con una excursión al calor sudamericano. En ese período dominaron a voluntad la máxima categoría del automovilismo mundial, por razones que en ese momento eran absolutamente desconocidas. Victorias en la Argentina y en Brasil, con una superioridad inédita, derivaron en una candidatura que luego, también sorpresivamente, se desinfló dejando incógnitas.

Una historia que revive este enero tal como ha resurgido Ligier –aunque ya no en F.1 sino en otras marquesinas–, con figuras tan rutilantes para esta época como lo eran los pilotos de aquel entonces: antes de que termine el mes, un campeón del mundo estará al volante de un Ligier en una de las carreras más prestigiosas y legendarias del calendario deportivo mundial…

Reutemann y el público no podían creerlo: el Lotus 79 del argentino era el mejor auto del resto… sacando los dos JS11 azules y blancos. Aún tercero, el santafesino no había podido girar a menos de un segundo del coche N° 26 de Jacques Laffite. El N° 25, de Patrick Depailler, completaba la primera fila. Nunca antes en la historia del Mundial de F.1 dos coches franceses, piloteados por pilotos galos, copaban la primera fila de largada de una carrera válida para el campeonato.

Y nadie entendía muy bien por qué. En una era en el que la eficacia aerodinámica comenzaba a adueñarse del rendimiento global de un F.1, cuando el efecto suelo vino a revolucionar la manera de concebir un coche de carreras, el modelo JS11 tenía algunas virtudes a la vista, pero otras eran una incógnita. El Cosworth V8 había reemplazado al majestuoso Matra V12, con beneficios aerodinámicos evidentes; el director técnico de Ligier, Gerard Ducarouge, había pasado muchas horas en el túnel del viento del SERA, una dependencia oficial francesa, para refinar la forma de los pontones laterales, que proporcionaban una gran cuota de downforce. Además, la resistencia torsional...

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