Removió la Secretaría de Cultura al director del Museo de Bellas Artes

De manera inesperada, sin anuncio previo y sin agradecimiento por los servicios prestados, Guillermo Alonso recibió el martes, de un petit comité encabezado por Alberto Petrina, director de Museos de la Secretaría de Cultura de la Nación, que encabeza Jorge Coscia, el pedido de renuncia, tras cinco años como director del Museo Nacional de Bellas Artes.Abogado, de 48 años, formado en la gestión cultural junto a Amalia Lacroze de Fortabat en el Fondo Nacional de las Artes, Alonso entregará a su sucesor un museo totalmente renovado, con la transformación más importante desde que, en 1932, el arquitecto Alejandro Bustillo transformó la vieja casa de bombas de Obras Sanitarias en sede del Museo Nacional de Bellas Artes.Fundado en 1896 por Eduardo Schiaffino, tiene el mayor acervo del país y de América del Sur en arte universal; recibe un millón de visitantes por año y es prioridad en la agenda de los turistas."La mayor riqueza del museo es su colección, un legado que tenemos que preservar y poner en valor", dice Guillermo Alonso sentado en su despacho, con vista a las columnas neoclásicas del edificio de la Facultad de Derecho.El súbito pedido de renuncia no ha cambiado en un ápice el estilo calmo que lo caracteriza. Se toma su tiempo para trazar un balance y pronuncia una frase para la antología: "Para un final feliz se necesitan dos". En alusión al secretario de Cultura, Jorge Coscia, que no se ha hecho presente en esta instancia.El último acto oficial del doctor Alonso fue el lunes último, en la Asociación de Amigos, cuando el ex presidente del Uruguay Julio María Sanguinetti, orador de estirpe, trazó un perfil de Pedro Figari, abogado y educador, que eligió el destino de los pinceles cuando había cumplido los sesenta años. Escucharon atentos Nelly Blaquier, Julio Crivelli, Guillermo Jaim Echeverry, Eduardo Escasany, Santiago Kovadloff, Claudio Escribano y Carlos Pagni, entre muchos otros.Con su estilo personalísimo y lleno de charme , Sanguinetti recorrió la carrera de Figari en Buenos Aires. Instalado en la calle Marcelo T. de Alvear, amigo de Borges, quien prologaría su segunda muestra en la galería Muller, militó en las huestes de Martín Fierro.Un tramo cargado de humor en la charla magistral del político oriental fue cuando recordó la asunción de Néstor Kirchner. Entonces compartió la espera con Felipe de Asturias, y le tocó explicarle al príncipe borbón por qué en el retrato de la galería se lo ve al presidente Roca con un vendaje. "Había...

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