Que el remedio no sea peor que la enfermedad

La Argentina es un paciente en grave estado que entra nuevamente al quirófano con respirador artificial y pronóstico reservado. El médico a cargo de la intervención se coloca los guantes y, dado el tenor de la emergencia, te extiende un papel donde abunda la letra chica para que lo firmes al pie sin demora. Tan brava es la urgencia que no basta con aplicar los protocolos habituales. El hombre exige carta blanca para hacer las cosas a su modo, nada de estudios preliminares ni juntas médicas que solo sirven para perder tiempo. Él sabrá por dónde hacer la incisión y qué partes del organismo tocar con su filoso bisturí para que ese cuerpo mustio recobre el brío perdido. Sin alternativas, aturdido, estampás la firma. Sin embargo, sabés que el paciente está como está, en gran medida, por el tratamiento que hace un tiempo le infligió el equipo del médico que ahora reclama superpoderes sobre el enfermo mientras desconoce haberle causado antes mal alguno. Entonces, cuando te llevan acostado al quirófano advertís que el paciente sos vos y solo te queda alzar las manos al cielo para pedir que, por esta vez, el remedio no sea peor que la enfermedad. Es decir, el milagro.Si el cirujano mayor empuñara el instrumental con la mitad de la destreza que tiene para dibujar los diagnósticos, hay posibilidades. El inconveniente es que la capacidad discursiva para cambiar la realidad según convenga es precisamente causa de desconfianza. Con engaños, el equipo de este médico ha sabido vender antes supuestos remedios que casi ponen en coma a la República. El paciente, cuyo instinto de supervivencia está fuera de duda, ha de tomar la anestesia y entregarse al cirujano de turno, pero al mismo tiempo debe evitar que ese sea de nuevo el caso en dos afecciones gravísimas: la crisis económico-social y la enfermedad de la Justicia.La ley de emergencia que aprobó el Congreso apunta a atender los vencimientos de deuda y las urgencias del sector más postergado de la sociedad. Pero dista mucho de ser un canto a la solidaridad, como pregona su nombre. "No hay congelamiento de los haberes jubilatorios", insiste el Presidente. Sin embargo, no aclara que ahora la movilidad de esas jubilaciones no es un derecho, sino que depende de su voluntad. El dólar blue a 80 pesos supone una devaluación de hecho con un impacto enorme en la población. El impuestazo, que la provincia de Buenos Aires quiere reproducir, recae mayormente sobre la franja que siempre ha cumplido con sus deberes...

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