Relatos salvajes

El título de la exitosa película de Damián Szifron bien podría aplicarse a las inverosímiles declaraciones matinales de Jorge Capitanich, donde siempre chocan el relato y la realidad. Pero, salvando las distancias, también el contenido de sus perturbadores episodios podría asimilarse al manejo de la política económica: allí predominan las reacciones impulsivas, agresivas, poco racionales o desproporcionadas de los protagonistas frente a errores propios o problemas manejables con sentido común y, al no medir las relaciones de causa-efecto ni de costo-beneficio, conducen a desenlaces imprevisibles o desastrosos.Por improvisación, ideologización de diagnósticos o mala praxis, el gobierno de Cristina Kirchner también se enfrenta ahora a las consecuencias de sus errores, pasados y recientes. Pero en lugar de corregirlos, tiende a agravarlos, buscar chivos expiatorios y/o a desviar la atención de la opinión pública menos informada.Una prueba es la reacción ante la actual escalada del dólar paralelo, que en cuatro semanas lo llevó a superar las marcas de los 13 y los 14 pesos y a acumular una suba de casi 15% (y de 63% en un año). Primero fue la poco feliz comparación de Capitanich con el precio de la cocaína, para remarcar la ilegalidad de ese mercado. Sin embargo, la tendencia es similar en operaciones legales mediante el dólar Bolsa o contado con liquidación. Más extravagante aún fue haber acusado luego a los medios de ser pagados por las "cuevas" para difundir cotizaciones alarmistas. No sólo por la reminiscencia chavista de suponer que si se oculta el precio desaparece la demanda. También porque el gobierno de CFK se desentendió del dólar paralelo mientras se mantuvo estable. Hasta que pateó el tablero al incumplir la sentencia en firme de Griesa, detonó el default y sepultó su estrategia de buscar dólares frescos en los mercados externos.Con el fracaso no admitido de esta estrategia (la única que justificaba la devaluación sin plan de enero) la ficha oficial retrocedió, como en un Juego de la Oca, hasta el casillero inicial. La brecha cambiaria volvió a ampliarse a 70% entre el paralelo y el dólar oficial, que está a punto de perder a manos de la inflación toda la mejora real lograda con ese salto devaluatorio. Pero la mayor brecha -además de ser un regalo para los turistas extranjeros dispuestos a aprovecharla- frena la liquidación de exportaciones, a la espera de un mayor ritmo de devaluación por la renovada caída de reservas del Banco Central (2000...

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