Del relato de Cristina Kirchner solo queda la heladera

Alberto Fernández y Cristina Kirchner

Estamos en algo connatural a la política, solo que exacerbado en este momento a dimensiones caricaturescas, que es la desesperación por el voto. Sobre todo, en el oficialismo, a pesar de que como dijo Cristina Kirchner en su carta, un sector importante del Frente de Todos, encabezado por ella, preveía una derrota.

Y ahora tratan de dar vuelta la elección, con distintas estrategias. También hay estrategias en el campo opositor. La gran cantera, en principio, que quieren explorar es la de los que no fueron a votar. Esta es una elección que marcó el récord de abstención desde que se restauró la democracia en 1983.

Estamos hablando de que la concurrencia no llegó por primera vez desde entonces al 70 por ciento. Fue una abstención superior a la de 2001, que ya había sido muy dramática. A qué se debe esa abstención es un interrogante. ¿Hay miedo a la pandemia? ¿Hay apatía?

El Gobierno mira mucho la abstención en las capas más pobres de la sociedad. Máximo Kirchner está observando el mapa de las zonas más vulnerables y le llama la atención que en lugares como cuartel V en Moreno, la abstención haya llegado a niveles del 45 por ciento. Solo el 55% fue a votar en lugares sumergidos desde el punto de vista económico.

Y la explicación que se dan es un poco autocomplaciente: "No fueron a votar porque no querían castigarnos votando a la oposición". Esa explicación supondría que el vínculo entre los pobres y el peronismo sigue siendo el mismo. Hay datos que parecen cuestionar esa idea.

En Capital Federal y sobre todo, en la provincia de Buenos Aires, está la batalla. La misión es ir por los que no fueron a votar. También se lo plantean en Juntos por el Cambio. La estrategia es ir también por aquellos que votaron a fuerzas que, o bien sacaron un porcentaje poco abultado, o no lograron pasar el piso para que sus listas participen de la elección general.

Ahí tenemos los votos de José Luis Espert, los de Cinthia Hotton, y los de Juan José Gómez Centurión. Hacia ese electorado está mirando Santilli, también Larreta. Es donde buscan recuperar fuerzas los de Juntos, en esos votos que se supone son antikirchneristas y que van a demandar de la oposición una mayor tensión retórica: más grieta, no menos grieta, como pensaba Larreta en su carrera hacia la Casa Rosada.

A Alberto Fernández lo estamos viendo ir a lugares recónditos del conurbano. A ferias de lugares populosos y en general pobres. Quieren ir ahí -un poco abandonaron esa zona- nada menos que los kirchneristas, donde tienen su mayor representatividad.

No hay diagnóstico claro de la relación hoy entre el voto de los pobres, de los que miran la vida pública desde la marginación económica, y el Gobierno. Y qué mira el Gobierno: el avance de la Izquierda, en lugares que son muy leales al peronismo en el conurbano bonaerense.

Un avance que se puede ver en la comparación con otra elección de medio término, legislativa, de 2017. Un ejemplo: en La Matanza, el Frente de Izquierda trotskista, en 2017 sacó el 3,9% y ahora, en 2021, obtuvo 6,75 por ciento. Duplicó su caudal electoral.

En Florencio Varela, el trotskismo pasó de 3,28% a 6,36 por ciento de una elección a la otra. En Presidente Perón, el partido más pobre del conurbano bonaerense en términos estructurales, el Frente de Izquierda pasó de 3,70% a 7,1 por ciento. Es decir que hay un avance de la Izquierda no peronista, trotskista, que la convierte en la tercera fuerza de la provincia de Buenos Aires. Y esto interpela especialmente a los sectores más duros del kirchnerismo y sobre todo a La Cámpora, que está anhelando esos votos. También interpela a los movimientos sociales.

Rubinstein, Tolosa Paz y Máximo Kirchner en el búnker del Frente de Todos

Frente a esta situación aparece -y contrastada con la desesperación del Gobierno por recuperar votos y dar vuelta la elección- una pregunta, que es la pregunta acerca de si el oficialismo está dispuesto a todo. ¿A todo qué es? ¿También al fraude? Hablé con dos dirigentes del peronismo no kirchnerista este fin de semana. Un dirigente importante del norte del país y un dirigente importante del conurbano bonaerense. ¿Hay alguna posibilidad de que haya trampa hoy en la Argentina o es una fantasía? Una fantasía en el fondo antiperonista, antipopular, que supone que el peronismo gana con comportamientos clandestinos. Y los dos me dijeron: y bueno, hay un porcentaje que se puede conseguir de manera fraudulenta.

Esa persona que milita en el conurbano bonaerense, que es un dirigente muy importante del peronismo allí, sostiene que hasta un 4 por ciento de la elección se puede dar vuelta no juntando votos sino contando votos. Eso quiere, decir comprando fiscales. ¿Cuándo? Puede ser durante el comicio, si alguien tiene la posibilidad de quebrar a un fiscal opositor de Juntos que eventualmente se ausente, que haga la vista...

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