Un reincidente del infierno

¿Qué buscaba Truman Capote cuando se acercó a Dick Hickock y Perry Smith para escribir A sangre fría? En todo caso, no salió indemne de la experiencia y no la repitió. Quien sí lo hizo -repetir la experiencia, una y otra vez- fue Rodolfo Palacios. Cronista policial, Palacios es un reincidente del infierno. Entrevistó a Arquímedes Puccio, Yiya de Murano y Rodolfo Barreda y los retrató con cruda sobriedad. Ahora, aupado por el nuevo film de Luis Ortega, se reedita su libro El ángel negro, de 2010, que narra la vida de Carlos Robledo Puch, capturado en 1972 y sentenciado a cadena perpetua por la muerte de once personas. La biografía se basa en las charlas que el periodista mantuvo con Robledo en ocho visitas al penal de Sierra Chica, además de los testimonios de parientes de las víctimas, vecinos de la familia, psiquiatras, y hasta del grupo de "amigos" al que Robledo Puch deseaba fervientemente pertenecer en su adolescencia y que lo humillaba con todo tipo de crueldades por su aspecto "afeminado", su ropa de marca, sus motos caras.

Robledo hizo con Palacios la excepción de recibirlo -odiaba a los periodistas, a los que consideraba responsables de los intentos de suicidio de su madre posteriores a su detención- porque pensó que esas entrevistas lo ayudarían a recuperar la libertad. Negaba su responsabilidad en los crímenes -aunque cuando lo detuvieron confesó su culpa- y creía que Palacios daría a conocer su verdad.

Cada pedido de excarcelación de Robledo Puch fue rechazado con el mismo argumento: sigue siendo una amenaza para la sociedad. Todos los que lo trataron le advirtieron a Palacios que era peligroso, que irradiaba el mal. Aun así, el periodista dice que nunca sintió miedo a solas con Robledo. Sabía que no tenía que hacerlo enojar, y esto implicaba no contradecirlo ni tomarse a broma lo que dijera, aunque sonara delirante.

Pero una vez sí tuvo temor. Estaban en la sala de entrevistas de la cárcel y, después de una larga mateada, no pudo evitar ir al baño. Lo inquietaba dejar solo a Robledo Puch del otro lado de la puerta, y para mantenerlo entretenido le mostró las fotos del...

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