Los refugios sanadores de Rirkrit Tiravanija: cómo crear vínculos en la era de la distancia

La carpa naranja era un refugio en el inmenso galpón devenido galería de arte. Diseñada por un joven tailandés nacido en Buenos Aires con la tela que usan para vestirse los monjes budistas, funcionó como casa de té destinada a calmar la "Fiebre". Así se tituló la muestra que reunió a comienzos de 1993, el SoHo neoyorquino, más de doscientas obras de unos cincuenta artistas menores de 35 años."Intentaba ofrecer una cura para esa fiebre, un espacio donde el público pudiera descansar de ver tanto arte", dijo Rirkrit Tiravanija un cuarto de siglo después en una entrevista con el curador al recordar los inicios de sus obras "relacionales", que llegarían a los principales museos del mundo y a la Bienal de Venecia. Es decir, esas acciones que fomentan la interacción humana para crear "forma en el encuentro", según la definición del crítico francés .Décadas antes de que la palabra "experiencia" se pusiera de moda a nivel global, Tiravanija vaciaba otra galería de arte del SoHo para cocinar arroz con curry en plena sala, y ofrecerlo gratis al público. "No es importante lo que se ve sino lo que sucede entre las personas", volvía a explicar en 2010 en Córdoba, cuando en una exposición colectiva.Como parte de otra intervención pensada para "expandir comunidades", seis años más tarde instaló mesas de ping pong...

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