La reforma de la ex SIDE: otro espejo del país

Obnubilado por su intolerancia y autoritarismo, el Gobierno desperdició otra buena oportunidad para proponer y encarar una verdadera y profunda reforma de la ex SIDE, la actual Secretaría de Inteligencia. Lamentablemente, el tratamiento en el Congreso del proyecto de ley para la tan promocionada como cosmética reforma del principal organismo de inteligencia y su reemplazo por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) se desarrolla con excesiva velocidad y prepotencia, mientras la oposición política se diluye en discursos. En lugar de asistir al debate legislativo y dejar sentada su posición en el ámbito natural para hacerlo, la oposición prefiere dar un paso al costado al no concurrir a las reuniones de comisión ni al recinto, por considerar que el oficialismo no tendrá en cuenta sus propuestas.

Ya hemos dicho en estas columnas que el improvisado proyecto de ley del Poder Ejecutivo no consiste en una verdadera reforma, pues la Presidenta lo anunció para intentar desviar la atención pública del caso de la trágica muerte del fiscal Alberto Nisman. Pero no sólo no logró este propósito, sino que su proyecto de ley pronto se reveló como lo que es: más de lo mismo.

La futura AFI será una SIDE con otro nombre, el mismo personal, equipamiento y tareas, más algunas nuevas y peligrosas funciones, como la investigación de casos de criminalidad económica y financiera, figuras que podrían usarse, por ejemplo, para seguir persiguiendo a opositores y periodistas críticos. Poca diferencia habrá entre la ex SIDE y la futura AFI, salvo que las escuchas judiciales ya no estarán a cargo de los espías, sino de la Procuración General de la Nación, donde su titular, Alejandra Gils Carbó, no oculta su oficialismo militante. Así, el Poder Ejecutivo, que antes escuchaba ilegalmente a dirigentes de la oposición, empresarios, periodistas y a los propios miembros del gabinete, tendrá luz verde para seguir haciendo lo mismo, sólo que desde otro lugar físico.

Luego de sufrir el Gobierno en carne propia las consecuencias de haber subvertido la utilización de los servicios de inteligencia para hacer política de la peor forma, la ilegal, y viéndose afectado por los mismos espías que consintió y usó durante más de una década, cambió primero a la cúpula de la Secretaría de Inteligencia y, luego, tuvo que proponer la actual reforma del organismo, cuyo trámite parlamentario comenzó con veloz tratamiento en una reunión conjunta de las comisiones de Asuntos Constitucionales, y de...

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