Recuperar la eficiencia y la vergüenza

El año electoral ha comenzado de lleno. Lo ha hecho al margen de las disposiciones legales electorales, que tienen otros tiempos, explicables según su propio orden, pero ajenas a una realidad que desborda por el cúmulo de angustias y ansiedades de un momento tan excepcional del país.

Lo siente así la oposición; se refleja por igual en lo poco que queda de opinión independiente y en las variantes cada vez más diferenciadas de un oficialismo asfixiado por el núcleo duro de Gobierno. Éste no sale de sus consignas combativas y del anacronismo de un modelo que deja al país con la economía productiva en retroceso, alta inflación, el endeudamiento público en crecimiento y sin más aliado externo que el enajenado y despótico régimen venezolano.

Sobre la tierra arrasada que deja en su retroceso hacia el llano un Gobierno sin idea de nación ni concepto de república, va siendo hora de que se elabore una propuesta concertada respecto de las cuestiones prioritarias que deberán atenderse desde el 10 de diciembre. Será la manera de superar así el abandono y la ignorancia a las que fueron sometidas por mucho tiempo. No basta con un cambio de gobierno; es indispensable que las fuerzas políticas aspirantes a reemplazar al régimen actual revelen con qué fin quieren ocupar el poder: para hacer qué, y si es posible, cómo y en qué plazos.

Así como a estas alturas nadie imagina que irrumpan en la escena principal otros candidatos presidenciales al margen de los tres que están señalados de manera inequívoca por la opinión pública, tampoco es concebible, por la proyección natural de la relación de fuerzas existentes, que una fracción pueda gobernar por sí sola, al margen de acuerdos trascendentes con otros agrupamientos de diferente origen y dimensión. Eso impulsa, con la tracción de su lógica rigurosa, la acción de grupos cívicos dispersos, pero cada vez más sonoros y numerosos, que reclaman de los políticos una concertación programática sobre temas esenciales para el país.

Ya se verá qué sale, en ese sentido, de la convención nacional de la Unión Cívica Radical, que el sábado próximo deberá trazar la estrategia electoral. El senador nacional Ernesto Sanz, uno de los más articulados políticos de la generación que emergió a la primera línea en el siglo XXI, es precandidato a presidente, pero curiosamente no es ése su papel principal.

Como presidente de su partido, el trabajo más relevante de Sanz ha de ser hoy, en cambio, el de cohesionar las filas internas. Se...

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