Recaudar hasta con las pilchas del General

La película de los días pasa en cámara rápida, asombra al más suspicaz y se parece a la serie del mago enmascarado: no era magia, al final sólo se trataba de un ingenioso mecanismo de engaño. Resulta que los nobles "emancipadores", mientras denunciaban a todo crítico como cipayo y entreguista, le regalaban 1500 millones de dólares al peor capital financiero. Esos bonistas afortunados se sirvieron del patológico afán por fingir que caracterizaba al gobierno cristinista. Que trucó las cifras de crecimiento para ganar imagen en los barrios, a sabiendas de que cuanto más inflaba los números más les entregaba el patrimonio nacional a esos buitres amaestrados por el cupón PBI. No se sabe a ciencia cierta qué hubiera dicho de semejante boutade el general Perón, que también fue noticia esta semana, aunque no por la actualización de su ide- ario, sino porque su heredero legal confirmó que un obispo comisionado por el gobierno kirchnerista le habría ofrecido treinta millones de dólares por esas pertenencias históricas. El negocio era más o menos así: el Poder Ejecutivo le pagaría oficialmente cien millones, y él tendría que devolver en secreto setenta, que serían destinados a "hacer política". Recaudar con los efectos personales del líder amado ya es rizar el rizo, comedia negra italiana de botín, obra cumbre del esperpento y la ratería. A Soriano se le haría agua la boca.

Tampoco podemos imaginar qué habría pensado Perón de los dos documentos intelectuales que el Movimiento produjo en estas horas aciagas. El primero es la llamada "Declaración de Formosa", que fue auspiciada por el moderno regente del congreso nacional del partido, el progresista Gildo Insfrán. "La universalización del pensamiento peronista es un aporte doctrinario a la humanidad", dice ese texto, decretando que la autocrítica y la modestia son desviaciones gorilas. El manifiesto reivindica el federalismo, después de haber practicado un feroz régimen unitario; la cohesión del movimiento obrero, que el anterior gobierno se cuidó de quebrar en cinco partes, y la unidad nacional, tras una década de grietas abiertas deliberadamente entre "el pueblo" y la "antipatria" (ver Laclau). Este nuevo programa del peronismo repudia, a su vez, la integración con la Alianza del Pacífico que lidera la otrora compañera Michelle Bachelet; la desigualdad que ellos mismos supieron consolidar durante doce años de dispendio; el individualismo que exacerbaron sepultando la cultura del ahorro y dándole gas...

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