El rebelde que venció al ruido

La familia Palermo elegía Necochea para disfrutar de las vacaciones. A veces, en el balneario Tres Arroyos. Otras, en El Atlántico, un escenario mucho más futbolero que alentaba ese mecanismo de adoración de los fanáticos hacia sus ídolos. De aquellos días Martín conserva fotos con los planteles de Estudiantes, Vélez y River, que pasaban por allí de pretemporada. Es más, juran que en algún cajón de la casa de siempre en La Plata hay una imagen junto al Beto Alonso. Pero a mediados de los 80 hubo un cambio de planes. Esa vez, Carlos y Mary, los padres, escogieron Santa Teresita. Especialmente el balneario Takamar, donde Martín, un adolescente con pelo largo y peinados raros que transitaba por las divisiones menores pincharratas, se entretenía con el voleibol playero. Por entonces lo atrapaba la música. Y, en especial, Soda Stereo, que acababa de lanzar su segundo disco Nada personal. La habitación de Martín estaba empapelada con pósters del grupo. La influencia de Cerati, Alberti y Zeta Bosio resultaba evidente: al Loco era usual verlo con jean rotos, la campera agujereada, los ojos con delineador y aritos.Ese pibe se hizo hombre. Pero antes le pasó de todo y todos lo saben. Como no aparecía entre los planes de Miguel Russo en Estudiantes, a los 21 años cambió La Plata por San Miguel de...

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