La raíz profunda del desempleo

Para el gobierno de Cambiemos será difícil atacar la raíz del desempleo, pues ese profundo anclaje está aferrado en lo más hondo del suelo populista, cuyas ideas y creencias comparte la mayoría de los argentinos, cualquiera sea su afiliación política.

A través de los años, la simbiosis entre poder político y poder sindical permitió utilizar la masa salarial como fuente de recursos y los convenios colectivos como demostraciones de fuerza para los gremios, haciendo cada vez más rígidas las relaciones laborales. Tan caras y tan rígidas que los empresarios sólo atinan a pedir la consabida devaluación que licúe esos costos y que se cierre la economía para que la eficiencia proveniente del extranjero sea calificada de "dumping".

De esa manera, se ha ido construyendo, ladrillo por ladrillo, un muro que separa el empleo formal del desempleo, y de sus sucedáneos: el trabajo en negro, el empleo público y los planes sociales. Como informó ayer LA NACION, el mapa del empleo muestra más precariedad, con una caída del empleo privado formal.

El problema es complejo, pues implica arduas cuestiones sociales, de capacitación, cambios de tecnologías, costo del capital, etcétera. Pero aquí nos referiremos a algo bastante más sencillo: la acumulación de descuentos y aportes que configuran una carga insoportable sobre la masa salarial, y la industria del juicio, que desvirtúa el concepto del trabajo como creación humana para convertirlo en una mercancía de cafetines y trastiendas.

Basta con observar los distintos rubros que significan un costo adicional para quien emplea y los descuentos que se practican a quien es empleado, para advertir la enorme discrepancia que existe entre el costo laboral y el sueldo de bolsillo. Esa brecha, ampliada gracias a la ambición mercantil de unos y consentida por la ceguera política de otros, es el reverso de la exclusión social, de la generación "ni-ni" y también, del espectro de la drogadicción.

Como el sistema argentino es de personería gremial única, copiado de la Carta del Lavoro fascista, el Ministerio de Trabajo establece el "encuadramiento" gremial, que determina a qué sindicato corresponde cada actividad en relación de dependencia.

Al ser tan grandes los montos que se retienen del salario y que se reciben como aportes de los empresarios, cada empleado es un verdadero botín de guerra para las arcas de los gremios, quienes se enfrentan en luchas explícitas para capturarlos. Están en juego el poder del dinero y el poder de...

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