Racing viene desde lejos y sigue en viaje a la ilusión

Se abrazaron fuerte los jugadores en la cancha, y también lo hizo el cuerpo técnico en las inmediaciones del banco de los suplentes. La alegría era tan grande como el alivio. El cansancio se sentía un poco menos, no era motivo de queja. Ya aparecerían los dolores cuando los cuerpos se enfriaran. Hasta Grimi se olvidó de que había aguantado buena parte el partido con una luxación en un hombro.

Habían valido la pena el esfuerzo y la concentración de los 90 minutos. Se cumplía el objetivo en un largo viaje que continúa, y que empezó hace tiempo. Porque Racing quería anoche darle sentido a aquella clasificación de noviembre a la Copa Libertadores, en la infartante Liguilla ante Independiente. Ya en este año, le tocó subir hasta México para empezar a resolver la serie contra Puebla para acceder a la etapa de grupos, en la que la fallida actuación de hace una semana frente a Boca lo puso en una situación un tanto incómoda.

Racing fue consciente de que no podía permitirse tirar todo por la borda. Hacía 48 años, época en la que obtuvo el título con el equipo de José Pizzuti, que no disputada la Copa en dos años consecutivos. De la edición anterior le quedó la bronca por la eliminación en cuartos de final ante Guaraní. Las expectativas para el actual certamen son mayores. Y la irregular campaña en el Torneo Transición lo obliga aún más. Por eso, la excursión por Bolivia se había transformado en una especie de final, que iba a medir el temple y el carácter del equipo. Y Racing puede sentir la tranquilidad de que estuvo a la altura del desafío. Lejos de defraudar, renovó la ilusión. Se siente con todo derecho a imaginar y especular con el rival que le puede tocar en los octavos de final.

Desde la llegada de Sava, este Racing no hizo de la defensa una de sus virtudes. En 19 partidos en 2016, sólo en tres mantuvo imbatido. Se diferenció del modelo equilibrado que le había dado resultados satisfactorios a Cocca. La voluntad de ser más ambicioso admite una revisión si se trata de evitar una derrota por dos goles en los 3600 metros de La Paz. La altura imponía limitaciones físicas que se podían pagar caro de no tomar el recaudo de juntar bien las líneas y cubrir los espacios en campo propio.

Por eso, la Academia archivó el 4-3-3 de algunas ocasiones para emplear un plan de contingencia, el 4-4-1-1, con Óscar Romero flotando delante de los cuatro volantes y Licha López dispuesto a apurar con alguna corrida.

Con esta estrategia, Racing cumplió con el doble...

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