La racha no se corta ni con un partidazo

Así tenía que ser: emocionante, impredecible. Porque Independiente, el gigante desolado, estuvo frente al impetuoso líder, Banfield, que empezó desconocido y que terminó arrinconando a los Rojos. Fue un 3-3 electrizante, en el que pudo haber pasado cualquier cosa. Para el aplauso, para las gargantas ásperas. También para los sinsabores, sobre todo, del equipo de Avellaneda, que ganaba 2-0. El Taladro empató, pero otra vez, con un gol de penal del Ruso Rodríguez, se vio abajo en el marcador. Hasta que Banfield recuperó el aliento sobre la hora, con una media vuelta de Salcedo que una y mil veces repetirá en su memoria. Partidazo. Así tenía que ser.

Fue la oportunidad indicada. El cómodo puntero, Banfield, quedó frente al poderoso caído en desgracia. La holgada posición le permitía moverse con soltura. Independiente, aquel que levantó vuelo a fines de 2013, de repente se vio con un ala herida y quedó apichonado en medio de la campaña en la que sólo busca el ascenso. Estuvo cerca del desahogo. Y eso será lo que más estará lamentando por estas horas.

Sin que la crisis lo golpeara directo, De Felippe no dudó y otra vez dejó nombres pesados afuera. Insúa y Pisano estuvieron en el banco. Morel Rodríguez ni siquiera fue suplente. No quiso saber nada con riesgos excesivos. El esquema 4-4-1-1 habló de prudencia por los inconvenientes propios y de respeto frente a la fuerza del adversario.

El tiro desde lejos de Fredes sorprendió a Bologna. Aunque es cierto que el arquero del Taladro reaccionó un segundo después. Fue justo lo que precisaba. Poco había pasado hasta la apertura de los Rojos. Eso sí: Banfield era más incisivo. Todo partía del toque de Erviti y del despliegue de Bertolo. Cazares, con pinceladas, abrió algún camino por la izquierda, aunque le faltó definición. Se notó, y mucho, la ausencia del goleador Chávez, suspendido.

Confianza. Independiente ganó tranquilidad y confianza poco a poco. Se sintió robusto por primera vez en mucho tiempo. Corrió, luchó y se tiró a los pies, con Zapata y Vidal. En realidad, todos estuvieron al servicio del equipo. Sabe que el libreto será distinto contra los adversarios más débiles, pero anoche hizo lo que debía sin importarle los rótulos. Así empezó la jugada que terminó con una palomita de Penco a la red. Con un pase de Montenegro a Mancuello. El rebote de Bologna fue directo al N° 9, que, bien habilitado, liberó aún más las tensiones. Si hasta los Rojos pudieron haber anotado algún gol más. Sólo que su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR