'Nos quedamos sin nada'. Se instalaron en un paraíso prístino de la Patagonia y lo perdieron todo por el fuego

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Cristian Bengolea tenía 47 años cuando, a finales de 2003, supo de un campo en venta en Laguna Larga, a unos 50 km de Esquel, en Chubut . Aficionado a la pesca en los distintos cursos de agua de la cuenca del río Futalaufquen, Cristian se enamoró de aquel lugar prístino que se transformaría en su edén personal y familiar.

"Este proyecto nació en diciembre de 2003. Con tres amigos, decidimos adquirir los derechos de los hermanos Domingo y Oscar Cárdenas, pobladores de la zona. Firmamos un boleto y fuimos pagando de a poco. En un momento, cancelamos el total y se hizo una escritura pública, donde los hermanos Cárdenas nos transferían los derechos de ocupación de esas tierras fiscales", cuenta Cristian, que es productor agropecuario.

A través de los años siguientes, los Bengolea y sus amigos hicieron allí sus casas, abrieron caminos internos -Laguna Larga se encuentra fuera del Parque Nacional Los Alerces, a menos de 20 km de Villa Futalaufquen- y disfrutaron de miles de historias y anécdotas: "Nos movía la idea permanente de una realización casi espiritual en donde las nuevas generaciones tendrían su lugar. Comenzamos a hacer nuestra casa en 2007 y siempre la estábamos mejorando. El año pasado, cambiamos las chapas alquitranadas por chapa nueva y pusimos paneles solares en los techos", dice Cristian.

Y ahonda sobre ese rincón que siente su lugar en el mundo: "Laguna Larga tiene la mejor reserva genética de trucha marrón de Chubut . La gente de Pesca de la provincia viene casi todos los inviernos a hacer los desoves y luego hacen la reproducción en la estación de piscicultura del arroyo Bagillt. Con eso se siembran los distintos espejos de agua de la zona. Hemos tomado como algo personal el cuidado de esa reserva de agua y de los salmónidos".

Así quedó la casa de los Bengolea después del fuego

A casi 20 años del inicio de un sueño, todo se transformó en pesadilla. El sábado 4 de febrero pasado, se desató un incendio que crecería de manera exponencial y que terminaría arrasando con la casa de los Bengolea y con otras 5 casas de amigos y vecinos, así como con 4 galpones y más de 1.000 hectáreas de bosque.

"Esa madrugada, la mujer de uno de mis amigos salió a mirar la luna y vio un foco de incendio. Avisó a los bomberos de Trevelín y a Parques Nacionales. A la mañana siguiente, como todos los domingos, me dediqué a mis plantas. Vi algo de humo y vi pasar un avión, pero no le presté mayor atención. Pero ya a la tarde la...

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