El hombre libre que puso en debate el lugar del arte y que el establishment consagró

http://www.lanacion.com.ar/1604341-ha-muerto-leon-ferrarique ayer hizo sentir en las redes sociales la enorme adhesión que su persona y su obra despertaban, más allá de militancias políticas y estéticas. También circularon furibundos mensajes de hostilidad. Nada de medias tintas. León fue considerado por sus contemporáneos y especialmente por los más jóvenes un artista de culto. http://www.lanacion.com.ar/1604315-murio-el-artista-leon-ferrarimensajes contra de las autoridades de turno y del poder eclesiástico. El doble discurso era el límite que su vara no dejaba pasar y http://www.lanacion.com.ar/1604349-el-adios-en-twitter-al-admirado-y-controvertido-leon-ferrariLa muestra fue la piedra del escándalo, avivó la polémica sobre el lugar del arte y, finalmente, determinó la clausura de la exposición curada por Andrea Giunta en la sala Cronopios. Ese mismo año, el Malba presentó, con palabras de Marcelo Pacheco, el libro sobre su obra, que había merecido años antes el Premio Costantini, cuando el empresario dueño de Consultatio todavía no había fundado el museo de la avenida Figueroa Alcorta.La clausura de aquella muestra, los dichos de las autoridades eclesiásticas y el eco mediático le abrieron a Ferrari un inesperado horizonte de popularidad. Se revalorizaron sus obras, y la crítica internacional se ocupó de él como nunca lo había hecho, para colocarlo en el parnaso del arte contemporáneo. Museos como el MoMA, el Reina Sofía, la Pinacoteca y la Bienal de San Pablo, el Museo de Houston y las ferias de Arco de Madrid y Basel de Miami Beach consideraban imprescindible la exhibición de sus trabajos en respuesta a la creciente demanda del público. Se sumaba, también, la ola de prestigio que rodeaba la abstracción y el arte conceptual a partir de la acción de promoción, difusión y legitimación, emprendida por la gran coleccionista venezolana Patricia Phelps de Cisneros.Mientras tanto el coleccionismo vernáculo catapultaba la caligrafía de sus cuadros como la figurita difícil de una pinacoteca de valor. Sin embargo, ninguno de estos halagos alteró el estilo campechano, llano y sencillo del artista que de chico pasaba sus veranos en Villa Allende, Córdoba, donde su padre, el arquitecto Augusto Ferrari, terminaba el proyecto de la Iglesia del Carmen.En la ciudad de Córdoba, en el vecindario de Plaza España, Ferrari padre levantó la Iglesia del Sagrado Corazón, conocida como "los capuchinos". Un ejemplo único de estilo ecléctico, casi un alarde de la proverbial...

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