Pura lucha: cargado de revoluciones, el primer capítulo careció de juego

No se podrá negar que hubo ímpetu y entrega en el primer capítulo de este superclásico versión Copa Sudamericana, aunque hay que apurarse en aclarar que eso no redundó en un buen juego, en la generación de ideas, en la elaboración precisa. Ni bien los cuerpos de ambos equipos entraron en calor y se cargaron de revoluciones, casi todo quedó reducido a una lucha física, a una secuencia ininterrumpida de choques y fricciones, especialmente por el lado del conjunto de Núñez.

Esta vez no hubo tormentas ni cancha inundada, pero jugaron peor que hace 40 días bajo la lluvia en el Monumental. La primera semifinal en la Bombonera estuvo cargada de golpes y cruces que hicieron del choque un partido con piernas fuertes, con nueve amonestados y con lesionados. Al fin, la tensión y la presión le ganaron al fútbol y, así las cosas, la serie está abierta para el jueves que viene, cuando se dispute la revancha en el Monumental.

Hubo señales confusas de juego, tanto futbolísticas como en el plano de los excesos. La primera sorpresa fue lo complicado que le resultó a ambos quebrar la resistencia rival. Boca encontró facilidades impensadas desde el arranque, porque River regaló espacios en el comienzo y una suma de errores defensivos, pero los locales se diluyeron rápido en el partido. A los dos minutos, Meli fue hasta el fondo y provocó una grieta en los millonarios, pero fue una de las pocas acciones ofensivas del lado de los xeneizes.

De tanto ir al límite en ese derroche de energías no sorprendió que se pasara al plano de las brusquedades, los manotazos y alguna entrada con mala intención. Primero hubo una patada de Vangioni al Burrito Martínez, que no tardó en ser reemplazado por el golpe. Después se cruzaron Ponzio y Gago; después, Funes Mori con Calleri y luego Teo sufrió un fuerte impacto de Erbes... El nerviosismo del árbitro Silvio Trucco, que sólo tardíamente se decidió a amonestar, contribuía a que ambos conjuntos sintieran que había vía libre para los excesos.

Una de las acciones más cerebrales de la cancha, con caño incluido, fue un pase entrelíneas que no supo aprovechar Gio Simeone. Eso fue lo más punzante del equipo de Gallardo.

A pesar de los tres puntas que puso Rodolfo Arruabarrena, Boca se equivocó en los caminos hacia ellos. Salvo en algunos pasajes, cuando Gago intentó hacerse el patrón de la pelota, después los locales cayeron en los encuentros de pierna fuerte que le propuso River y la división de la posesión de la pelota. Entonces...

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