Un propietario encarcelado, un inquilino endeudado y por qué la justicia no siempre es justa

Una oficina alquilada fue el conflicto legal entre su propietario y su inquilino

Alto, erguido, aparentaba menos de sus 75 años, se llamaba Andrés. Vestía impecable traje y corbata, no parecía un delincuente, y no lo era, sin duda. Sus compañeros ocasionales lo miraban con cierta desconfianza. El calabozo de la comisaría era poco amigable. No entendía por qué lo habían llevado detenido. Sumido en una profunda tristeza comenzó a tener una rara opresión en el pecho. No entendía cuál era el motivo de su detención. El abogado que lo ayudó, un vecino solidario, le develó la incógnita.

El delito: " Desbaratamiento de derechos acordados ". El denunciante, su inquilino, era un abogado de dudosa trayectoria que según me contaron, se dedicaba a gestionar el ingreso legal de integrantes de la colectividad china. Él se decía importador.

Para Andrés esa oficina que alquilaba a metros del Obelisco era su único capital. Valiosísima entonces, tenía tres líneas de teléfono. Cuidaba esas líneas más que a su propia vida. Las llamadas internacionales que realizaba el abogado importador que alquilaba su oficina, generaban un consumo descomunal y facturas de importes abultadísimos que no pagaba. Tampoco pagaba el alquiler .

Cada vez que Andrés recibía de ENTEL (la ex compañía de teléfonos estatal) la intimación de pago bajo apercibimiento de...

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