Intérprete de su propia leyenda

Ayer, en Londres, murió Peter O'Toole. Tenía 81 años y más de 50 dedicados a la actuación en teatro, TV y en cine, donde fue muchos, pero para siempre será el Lawrence de Arabia que imaginó David Lean y el mundo miró con asombro y fascinación, en gran medida gracias a su protagonista. Una presencia magnética de una belleza que, en sus primeras apariciones en cine, parecía casi imposiblemente humana. Una condición que le devolverían con creces sus aventuras, diversiones y excesos fuera de la pantalla junto a otros portentosos intérpretes británicos de su generación, como Richard Harris y Richard Burton.Nacido en 1932, O'Toole amaba tanto el teatro y el cine como las anécdotas y las leyendas muchas veces creadas alrededor de su propia leyenda. De hecho, su mismo lugar de nacimiento quedó atrapado en esa habilidad para embellecer la historia.O'Toole decía haber llegado al mundo en Connemara, uno de los lugares más bucólicos y bellos de Irlanda. Sin embargo, muchos de sus biógrafos aseguraban que en realidad había nacido en el paisaje bastante menos poético de Leeds, la ciudad inglesa famosa por su poderío industrial en la que se crió. Más allá del mito del origen que el propio intérprete se ocupó de difundir, lo cierto es que su llegada a la actuación fue a través del teatro.Estudió en la Real Academia de Arte Dramático y, luego de graduarse, en la segunda mitad de la década del 50, se dedicó a perfeccionar su talento sobre el escenario interpretando a más de cincuenta personajes. Claro que, más allá del éxito en las tablas londinenses, con la llegada de los 60 el cine empezó a tocar a su puerta. Y cuando finalmente consiguió un papel protagónico fue uno que cambiaría su carrera y su vida para siempre. En 1962, contra los deseos del poderoso productor de Sam Spiegel, que lo creía demasiado alto y exagerado para interpretar a T.E. Lawrence (quería a Marlon Brando o a Albert Finney para el papel), fue elegido para encabezar Lawrence de Arabia . Un film que se convertiría casi en un sinónimo de su propio nombre y el que le abriría las puertas de Hollywood, especialmente después de conseguir su primera nominación al Oscar. Fue la primera de ocho, una marca impresionante, pero que a O'Toole lo halagaba tanto como le molestaba. Es que, hasta 2003, se fue de la fiesta de la industria del cine con las manos vacías. Y claro, la única vez que se llevó la dorada estatuilla a su casa fue cuando la Academia decidió otorgarle el Oscar a su trayectoria. Un honor que el...

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