Un progresismo con el que no se progresa

El que ha naufragado, tiembla incluso ante las olas tranquilas, decía Ovidio. ¿Alguien sabe cuánto pesa el temor? Si un lector quisiera averiguarlo debería tomarse el trabajo de pesar tres mil millones de dólares. Porque durante el mes de julio cerca de un millón de argentinos acudió al banco a cubrirse y logró sin quererlo esa cifra desmesurada. "Para quien tiene miedo, todos son ruidos", decía Sófocles. La espectacular compra regocijó a los kirchneristas: llegaron a decir que la gente no confiaba más en Macri y que éste analizaba un nuevo cepo cambiario. La verdad fue un tanto indócil a estas sandeces: muchos ahorristas reaccionaron como en "los viejos tiempos" ante la eventualidad de que Cristina Kirchner ganara ampliamente las elecciones primarias, garantizara así su triunfo en octubre, bloqueara la gobernabilidad, impidiera al mismo tiempo los recortes y el endeudamiento, forzara desde allí un accidente macroeconómico y comenzara la restauración populista. El pánico a esa debacle no era privativo de quienes tenían ahorros; la calle estaba llena de incertidumbre y el asunto surgía en casi cualquier conversación. "Si vuelven, esto vuela por el aire y nos convertimos en Venezuela". Ese era, con cientos de matices, el comentario generalizado. "El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son", decía Tito Livio. Pero lo cierto es que, en la intimidad, la arquitecta egipcia dice estar segura de que la política de Cambiemos nos conduce al Apocalipsis, y que cuando esa terrible profecía se cumpla, el último gobierno cristinista será por fin revalorizado. Uno cree lo que necesita creer, y apuesta en consecuencia. La fe mueve montañas, y las derriba.

El miedo es la sustancia principal de los ballottages. Precisamente por eso, octubre será una dramática batalla entre dos miedos; se verá entonces quién asusta más al atribulado electorado bonaerense: ¿el deportista de Los Abrojos o la Pasionaria del Calafate? Erraría el jefe del Estado al pensar que todos sus votantes aplauden su pericia y lo aman: muchísimos lo apoyan simplemente por miedo a un nuevo crac, al helicóptero y a la decadente resignación del partido único. Y flaco favor le hacen a la señora, en ese delicado contexto comicial, algunos de sus militantes más irracionales, que mientras se suceden extraños y explosivos atentados persisten en lanzar a través de las redes sociales delirios funestos y amenazas violentas; tratan al presidente constitucional como si fuera un...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR