Los programas de vivienda crecieron al ritmo electoral

El manejo de la vivienda social como inflador electoral no es nuevo. Sin embargo, este gobierno ha hecho abuso de esta herramienta y ha tornado el calendario de construcción y entrega de las casas casi un calco de las necesidades de votos.Sólo ahora, y de la mano de la opulenta vida de Sergio Schoklender, que se escondía detrás de los pañuelos blancos, se corrió algo el velo de intereses, millones, contratos, favores y sobreprecios que se escudan detrás de las necesarias viviendas sociales.El Plan Federal de Viviendas que se maneja desde el Ministerio de Planificación Federal y, particularmente, desde la Secretaría de Obras Públicas, a cargo de José López, un "pingüino" de pura cepa, empezó en 2004 y, desde entonces, construyó 147.924 casas, según datos de la propia secretaría. Además de ese plan, que es el éxtasis de intendentes del conurbano y de centenares de pymes constructoras del interior, hay otros sistemas de construcción, como el Fondo Nacional de la Vivienda (Fonavi). Entre todos, el kirchnerismo construyó desde 2003 alrededor de 314.800 viviendas, a razón de 39.000 por año.Carlos Menem no tiene demasiado aliento como para defenderse. Y el séquito de funcionarios que lo acompañó durante 10 años ya abandonó las trincheras hace rato. Sin embargo, podrían esgrimir sus números en materia social. Durante los 10 años de gobierno, el menemismo construyó 317.959 viviendas. Es decir, por más que el kirchnerismo haya hecho una bandera de la construcción social, aún no alcanzó los números menemistas, claro está, en dos años menos, aunque la presidenta Cristina Kirchner dijo la semana pasada que su gobierno era el que más viviendas había construido en la historia del país.Pese a la crisis y a los problemas de financiamiento, entre 2000 y 2001, el ritmo de construcción de casas sociales no se detuvo. El gobierno de Fernando de la Rúa entregó 65.186 viviendas, a razón de 32.500 por año. Y en los 80, Raúl Alfonsín construyó 137.000, cerca de 23.000 anuales.Claro que la diferencia no es menor. Hasta 2003, el principal sistema de construcción era el Fonavi, un esquema que se nutría de transferencias automáticas que iban a las provincias. Estas eran las que tenían facultad para licitar y adjudicar. Pero el kirchnerismo cambió todo. Centralizó la decisión y dejó a las provincias como entes pagadores y como aportantes de los terrenos para enclavar las casas. Desde entonces, López, un primo de Néstor llamado Carlos Santiago Kirchner, Luis Bontempo y, más tarde, Abel...

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